Gefunden 1427 Ergebnisse für: creación del hombre

  • Así fue la caída; pero el don de Dios no tiene comparación. Todos mueren por la falta de uno solo, pero la gracia de Dios se multiplica más todavía cuando este don gratuito pasa de un solo hombre, Jesucristo, a toda una muchedumbre. (Carta a los Romanos 5, 15)

  • Como ustedes saben, el hombre viejo que está en nosotros ha sido crucificado con Cristo. Las fuerzas vivas del pecado han sido destruidas para que no sirvamos más al pecado. (Carta a los Romanos 6, 6)

  • Mientras éste vivía, cometía un adulterio entregándose a otro; pero muerto el esposo, queda libre de sus deberes, y si se entrega a otro hombre, no será un adulterio. (Carta a los Romanos 7, 3)

  • Sabemos que la Ley es espiritual, pero yo soy hombre de carne y vendido al pecado. (Carta a los Romanos 7, 14)

  • En mí el hombre interior se siente muy de acuerdo con la Ley de Dios, (Carta a los Romanos 7, 22)

  • Pues si la creación se ve obligada a no lograr algo duradero, esto no viene de ella misma, sino de aquel que le impuso este destino. Pero le queda la esperanza; (Carta a los Romanos 8, 20)

  • Vemos que la creación entera gime y sufre dolores de parto. (Carta a los Romanos 8, 22)

  • En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, y a él nadie lo puede juzgar. (1º Carta a los Corintios 2, 15)

  • Con este fin les envío a Timoteo, mi querido hijo, hombre digno de confianza en el Señor. El les recordará mis normas de vida cristiana, las mismas que enseño por todas partes y en todas las Iglesias. (1º Carta a los Corintios 4, 17)

  • entreguen ese hombre a Satanás; que vengan sobre él desgracias, pero que se salve el espíritu en el día del juicio. (1º Carta a los Corintios 5, 5)

  • Ustedes me han escrito sobre varios puntos: es algo excelente que un hombre no toque mujer alguna. (1º Carta a los Corintios 7, 1)

  • Pero no ignoren las exigencias del sexo; por eso, que cada hombre tenga su esposa y cada mujer su marido. (1º Carta a los Corintios 7, 2)


“Não se fixe voluntariamente naquilo que o inimigo da alma lhe apresenta.” São Padre Pio de Pietrelcina