Gefunden 270 Ergebnisse für: lluvia de piedras

  • Luego edificó el patio interior con tres filas de piedras y, arriba, tablones de cedro. (1 Reyes 6, 36)

  • Incluso los cimientos eran piedras excelentes, grandes piedras de cinco y cuatro metros cada una, (1 Reyes 7, 10)

  • y por encima había piedras selectas, labradas a medida, y madera de cedro. (1 Reyes 7, 11)

  • El patio grande tenía en derredor tres filas de piedras talladas y una fila de tablas de cedro labrado, igual que el patio interior de la Casa de Yavé y su Vestíbulo. (1 Reyes 7, 12)

  • escucha desde los cielos y perdona a Israel. Enséñales el buen camino que deben seguir y envía lluvia sobre tu tierra que diste por heredad a tu pueblo. (1 Reyes 8, 36)

  • Salomón hizo que la plata fuera tan abundante en Jerusalén como las piedras, y los cedros tan numerosos como los sicómoros en la llanura. (1 Reyes 10, 27)

  • Entonces el rey envió a Adoniram, mayordomo de los trabajadores reclutados por el rey, pero los hombres de Israel le tiraron piedras hasta que murió. El propio Roboam tuvo que subirse a su carro para ir a refugiarse a Jerusalén. (1 Reyes 12, 18)

  • Elías, del pueblo de Tisbé, en Galaad, dijo a Ajab: «Por la vida de Yavé, el Dios de Israel a cuyo servicio estoy, no habrá estos años lluvia ni rocío mientras yo no mande.» (1 Reyes 17, 1)

  • Al cabo de cierto tiempo se secó el torrente, porque no había caído lluvia alguna sobre el país. (1 Reyes 17, 7)

  • Porque así dice Yavé, Dios de Israel: No se terminará la harina de la tinaja ni se agotará el aceite del cántaro hasta el día en que Yavé mande la lluvia a la tierra.» (1 Reyes 17, 14)

  • Pasado mucho tiempo, Yavé habló a Elías, al tercer año, y le dijo: «Vete y preséntate a Ajab, pues nuevamente mandaré la lluvia sobre este país.» (1 Reyes 18, 1)

  • tomó doce piedras, según el número de las tribus de los hijos de Jacob, a quien Yavé se había dirigido para darle el nombre de Israel, (1 Reyes 18, 31)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina