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  • El pecado paga un salario y es la muerte. La vida eterna, en cambio, es el don de Dios en Cristo Jesús, nuestro Señor. (Carta a los Romanos 6, 23)

  • Cuando no éramos más que «carne», la Ley estimulaba las pasiones propias del pecado, que actuaban en nuestro cuerpo produciendo frutos de muerte. (Carta a los Romanos 7, 5)

  • ¿Qué significa esto? ¿Que la Ley es pecado? De ninguna manera. Pero yo no habría conocido el pecado si no fuera por la Ley. Yo no tendría conciencia de lo que es codiciar si la Ley no me hubiera dicho: «No codiciarás». (Carta a los Romanos 7, 7)

  • El pecado encontró ahí su oportunidad y se aprovechó del precepto para despertar en mí toda suerte de codicias, mientras que sin ley, el pecado es cosa muerta. (Carta a los Romanos 7, 8)

  • Hubo un tiempo en que no había Ley, y yo vivía. Pero llegó el precepto, dio vida al pecado, (Carta a los Romanos 7, 9)

  • El pecado se aprovechó del precepto y me engañó, para que después el precepto me causara la muerte. (Carta a los Romanos 7, 11)

  • ¿Será posible que algo bueno produzca en mí la muerte? En absoluto. Esto viene del pecado, y se ve mejor lo que es el pecado cuando se vale de algo bueno para producir en mí la muerte. Gracias al precepto, el pecado deja ver toda la maldad que lleva en sí. (Carta a los Romanos 7, 13)

  • Sabemos que la Ley es espiritual, pero yo soy hombre de carne y vendido al pecado. (Carta a los Romanos 7, 14)

  • No soy yo quien obra el mal, sino el pecado que habita en mí. Bien sé que el bien no habita en mí, quiero decir, en mi carne. (Carta a los Romanos 7, 17)

  • Por lo tanto, si hago lo que no quiero, eso ya no es obra mía sino del pecado que habita en mí. (Carta a los Romanos 7, 20)

  • pero advierto en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi espíritu, y paso a ser esclavo de esa ley del pecado que está en mis miembros. (Carta a los Romanos 7, 23)

  • ¡Gracias sean dadas a Dios, por Jesucristo, nuestro Señor! En resumen: por mi conciencia me someto a la Ley de Dios, mientras que por la carne sirvo a la ley del pecado. (Carta a los Romanos 7, 25)


“Quando ofendemos a justiça de Deus, apelamos à Sua misericórdia. Mas se ofendemos a Sua misericórdia, a quem podemos apelar? Ofender o Pai que nos ama e insultar quem nos auxilia é um pecado pelo qual seremos severamente julgados.” São Padre Pio de Pietrelcina