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  • Dime, Amado de mi alma, ¿a dónde llevas a pastar tu rebaño, dónde lo llevas a descansar a mediodía, para que yo no ande como vagabunda detrás de los rebaños de tus compañeros? Coro: (Cantar 1, 7)

  • Mi amado es para mí, y yo para mi amado; él lleva a su rebaño a pastar entre los lirios. (Cantar 2, 16)

  • Tus cabellos, como un rebaño de cabras que ondulan por las pendientes de Galaad. Tus dientes, ovejas esquiladas que acaban de bañarse, cada una tiene su melliza y ninguna la ha perdido. (Cantar 4, 2)

  • Mi amado bajó a su huerto, donde se cultivan flores olorosas, pastorea su rebaño en los jardines y va a recoger lirios. (Cantar 6, 2)

  • Aparta de mí tus ojos, porque me cautivan. Tus cabellos son como rebaño de cabras que ondulan por las pendientes de Galaad. (Cantar 6, 5)

  • Tus dientes son como rebaño de ovejas que acaban de bañarse, cada una tiene su melliza y ninguna y ninguna la ha perdido. (Cantar 6, 6)

  • A cada uno le corresponde la misericordia con su prójimo, y al Señor, la misericordia del para todo ser viviente; reprende, corrige, enseña, y como un pastor reúne a su rebaño. (Sirácides (Eclesiástico) 18, 13)

  • Como pastor, lleva a pastar a su rebaño, y su brazo lo reúne toma en brazos a los corderos, y conduce a las paridas. (Isaías 40, 11)

  • Entonces se acordaron de los tiempos pasados, de los días de Moisés: ¿Dónde está aquel que salvó de la mar al pastor de su rebaño y que puso dentro de ellos su Espíritu Santo, (Isaías 63, 11)

  • Es que los pastores han sido estúpidos, no han buscado a Yavé, por esto les fue mal y todo su rebaño fue dispersado. (Jeremías 10, 21)

  • Si ustedes no hacen caso a este aviso, lloraré en silencio por ese su orgullo, y mis ojos verterán lágrimas cuando el rebaño de Yavé sea llevado cautivo. (Jeremías 13, 17)

  • Levanta tus ojos, Jerusalén, y mira a los que vienen del norte. ¿Dónde está el rebaño que estaba a tu cargo, las ovejas que eran tu orgullo? (Jeremías 13, 20)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina