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se acordó de su amor y su fidelidad en favor del pueblo de Israel. Los confines de la tierra han contemplado el triunfo de nuestro Dios. (Salmos 98, 3)
Si tomara las alas de la aurora y fuera a habitar en los confines del mar, (Salmos 139, 9)
Avanzó hasta los confines del mundo y saqueó una multitud de naciones. La tierra enmudeció en su presencia y por eso su corazón se ensoberbeció y se llenó de orgullo. (I Macabeos 1, 3)
Su fama llegó hasta los confines de la tierra, y congregó a los que estaban a punto de perecer. (I Macabeos 3, 9)
y cómo gracias a su habilidad y constancia, se habían apoderado de todo el territorio, a pesar de ser un lugar muy distante. Asimismo, a los reyes que habían venido a combatirlos desde los confines de la tierra, los habían derrotado, aplastándolos completamente, mientras que los restantes les pagaban tributo cada año. (I Macabeos 8, 4)
Abasteció de víveres a las ciudades y las dotó de medios para su defensa, de manera que el renombre de su gloria llegó hasta los confines de la tierra. (I Macabeos 14, 10)
¿Quién subió a los cielos y descendió? ¿Quién recogió el viento en sus puños? ¿Quién contuvo las aguas en su manto? ¿Quién estableció los confines de la tierra? ¿Cuál es su nombre y el nombre de su hijo, si es que lo sabes? (Proverbios 30, 4)
¡Escuchen, reyes, y comprendan! ¡Aprendan, jueces de los confines de la tierra! (Sabiduría 6, 1)
Por eso, Dios le aseguró con un juramento que las naciones serían bendecidas en su descendencia, que lo multiplicaría como el polvo de la tierra, que exaltaría a sus descendientes como las estrellas, y les daría en herencia el país, desde un mar hasta el otro y desde el Río hasta los confines de la tierra. (Eclesiástico 44, 21)
¿No lo sabes acaso? ¿Nunca lo has escuchado? El Señor es un Dios eterno, él crea los confines de la tierra; no se fatiga ni se agota, su inteligencia es inescrutable. (Isaías 40, 28)
Las costas lo ven y sienten temor, tiemblan los confines de la tierra: ¡ya se acercan, ya llegan! (Isaías 41, 5)
tú, a quien tomé de los confines de la tierra y llamé de las regiones más remotas, yo te dije: "Tú eres mi servidor, yo te elegí y no te rechacé". (Isaías 41, 9)