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Por eso, así habla el Señor: Ustedes no me han escuchado, proclamando cada uno la liberación de su hermano y de su prójimo. Ahora, yo proclamo para ustedes una liberación -oráculo del Señor-: los dejo librados a la espada, a la peste y al hambre, y los convertiré en un motivo de horror para todos los reyes de la tierra. (Jeremías 34, 17)
La palabra de Jonadab, hijo de Recab, se ha puesto en práctica: él ordenó a sus hijos que no bebieran vino, y ellos no lo han bebido hasta el día de hoy, obedeciendo la orden de sus antepasados; yo, en cambio, les he hablado a ustedes incansablemente, y no me han escuchado. (Jeremías 35, 14)
Les envié incansablemente a todos mis servidores los profetas, para decirles: Vuelvan de su mal camino, enmienden sus acciones, no vayan detrás de otros dioses para servirlos, y entonces habitarán en el suelo que yo les he dado, a ustedes y a sus padres. ¡Pero ustedes no han inclinado el oído ni me han escuchado! (Jeremías 35, 15)
Así, los hijos de Jonadab, hijo de Recab, cumplieron la orden que les había dado su padre, mientras que este pueblo no me ha escuchado. (Jeremías 35, 16)
y la hizo venir; él obró conforme a lo que había dicho. Porque ustedes han pecado contra el Señor y no han escuchado su voz, les ha sobrevenido esto. (Jeremías 40, 3)
Pero ellos no han escuchado ni han inclinado su oído, a fin de convertirse de su maldad dejando de quemar incienso a otros dioses. (Jeremías 44, 5)
Has escuchado sus insultos, Señor, todos sus planes contra mí. (Lamentaciones 3, 61)
le hemos sido infieles y no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, que nos mandaba seguir los preceptos que él puso delante de nosotros. (Baruc 1, 18)
Nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas las palabras de los profetas que él nos envió. (Baruc 1, 21)
Pero nosotros no hemos escuchado la voz del Señor, que nos mandaba seguir los preceptos que él puso delante de nosotros. (Baruc 2, 10)
Y nosotros no hemos escuchado tu voz, que nos mandaba servir al rey de Babilonia; por eso, tú has cumplido la amenaza que habías pronunciado por medio de tus servidores, los profetas, a saber, que serían sacados de su sitio los huesos de nuestros reyes y los huesos de nuestros padres. (Baruc 2, 24)
Señor todopoderoso, Dios de Israel, escucha la plegaria de los muertos de Israel, de los hijos de aquellos que han pecado contra ti y no han escuchado la voz del Señor, su Dios, por lo que han caído sobre nosotros estas calamidades. (Baruc 3, 4)