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Todo es puro para los puros. En cambio, para los que están contaminados y para los incrédulos, nada es puro. Su espíritu y su conciencia están manchados. (Tito 1, 15)
a fin de que, justificados por su gracia, seamos en esperanza herederos de la Vida eterna. (Tito 3, 7)
ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo. (Hebreos 1, 2)
¿Acaso no son todos ellos espíritus al servicio de Dios, enviados en ayuda de los que van a heredar la salvación? (Hebreos 1, 14)
Y ya que los hijos tienen una misma sangre y una misma carne, él también debía participar de esa condición, para reducir a la impotencia, mediante su muerte, a aquel que tenía el dominio de la muerte, es decir, al demonio, (Hebreos 2, 14)
Tengan cuidado, hermanos, no sea que alguno de ustedes tenga un corazón tan malo que se aparte del Dios viviente por su incredulidad. (Hebreos 3, 12)
Así, en lugar de dejarse estar perezosamente, imitarán el ejemplo de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas. (Hebreos 6, 12)
Por eso Dios, queriendo dar a los herederos de la promesa una prueba más clara de que su decisión era irrevocable, la garantizó con un juramento. (Hebreos 6, 17)
entró de una vez por todas en el Santuario, no por la sangre de chivos y terneros, sino por su propia sangre, obteniéndonos así una redención eterna. (Hebreos 9, 12)
Por eso, Cristo es mediador de una Nueva Alianza entre Dios y los hombres, a fin de que, habiendo muerto para redención de los pecados cometidos en la primera Alianza, los que son llamados reciban la herencia eterna que ha sido prometida. (Hebreos 9, 15)
Por la fe, Noé, al ser advertido por Dios acerca de lo que aún no se veía, animado de santo temor, construyó un arca para salvar a su familia. Así, por esa misma fe, condenó al mundo y heredó la justicia que viene de la fe. (Hebreos 11, 7)
Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. (Hebreos 11, 9)