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y había hecho levantar sus puertas hasta una altura de treinta y cinco metros, por veinte de ancho, para que pudiera pasar su poderoso ejército y desfilar su infantería. (Judit 1, 4)
Todo el ejército asirio -los soldados, los carros de guerra y los jinetes- mantuvieron el cerco durante treinta y cuatro días. A todos los habitantes de Betulia se les agotaron las reservas de agua (Judit 7, 20)
El pueblo se entregó al saqueo del campamento durante treinta días. Asignaron a Judit la carpa de Holofernes, con toda su vajilla de plata, sus lechos, sus recipientes y todo su mobiliario. Ella tomó esas cosas, cargó su mula, enganchó sus carros y amontonó todo encima. (Judit 15, 11)
"Todos los servidores del rey y el pueblo de las provincias del reino saben que hay una ley según la cual debe morir cualquier hombre o mujer que se presente ante el rey, en el atrio interior, sin haber sido llamado. Esto, a menos que el rey extienda hacia él su cetro de oro para perdonarle la vida. En cuanto a mí, ya hace treinta días que no he sido llamada a la presencia del rey". (Ester 4, 11)
De ellos surgió un vástago perverso, Antíoco Epífanes, hijo del rey Antíoco, que había estado en Roma como rehén y subió al trono el año ciento treinta y siete del Imperio griego. (I Macabeos 1, 10)
El número de sus fuerzas era de cien mil soldados, veinte mil jinetes y treinta y dos elefantes adiestrados para la guerra. (I Macabeos 6, 30)
En los ejércitos del rey se alistarán hasta treinta mil judíos que percibirán el mismo sueldo que las demás tropas del rey. (I Macabeos 10, 36)
A todos los que se pongan en camino antes del treinta del mes de Xántico, se les asegura la impunidad. (II Macabeos 11, 30)
Judas los perseguía implacablemente, acribillando a aquellos impíos, y así llegó a matar a unos treinta mil. (II Macabeos 12, 23)
Ellos luchaban con sus manos, y con el corazón oraban a Dios. Así abatieron a no menos de treinta y cinco mil hombres, y se regocijaron por la visible intervención de Dios. (II Macabeos 15, 27)
¿Acaso no te he escrito treinta discursos, que contienen consejos e instrucciones, (Proverbios 22, 20)
El año treinta, el día quinto del cuarto mes, mientras me encontraba en medio de los deportados, a orillas del río Quebar, se abrió el cielo y tuve visiones divinas. (Ezequiel 1, 1)