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Así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo haré retroceder las armas de guerra que ustedes empuñan, con las que combaten al rey de Babilonia y a los caldeos que los asedian desde fuera de los muros, y las amontonaré en medio de esta ciudad. (Jeremías 21, 4)
El que permanezca en esta ciudad morirá por la espada, el hambre y la peste; pero el que salga y se rinda a los caldeos que los asedian, vivirá, y su vida será para él un botín. (Jeremías 21, 9)
Yo te entregaré en manos de los que atentan contra tu vida, en manos de los que tú más temes, en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y en manos de los caldeos. (Jeremías 22, 25)
Así habla el Señor, Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así miraré yo para su bien a los deportados de Judá que envié de este lugar al país de los caldeos. (Jeremías 24, 5)
Pero cuando hayan pasado los setenta años, yo castigaré por su iniquidad al rey de Babilonia y a aquella nación -oráculo del Señor- así como también al país de los caldeos, y los convertiré en desolaciones perpetuas. (Jeremías 25, 12)
Sedecías no escapará de las manos de los caldeos, sino que caerá en manos del rey de Babilonia: él le hablará cara a cara y lo verá con sus propios ojos; (Jeremías 32, 4)
Sedecías será llevado a Babilonia, y allí permanecerá hasta que yo me ocupe de él -oráculo del Señor-. Si ustedes combaten contra los caldeos, no conseguirán nada". (Jeremías 32, 5)
Ahora, los terraplenes llegan hasta la ciudad para expugnarla, y la ciudad va a ser entregada, por la espada, el hambre y la peste, en manos de los caldeos que combaten contra ella. Así se ha cumplido lo que tú habías dicho, y tú lo estás viendo. (Jeremías 32, 24)
Sin embargo, eres tú el que me ha dicho: ‘Compra el campo a precio de plata y toma unos testigos’, mientras la ciudad es entregada en manos de los caldeos". (Jeremías 32, 25)
Por eso, así habla el Señor: Yo voy a entregar esta ciudad en manos de los caldeos y en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y él la tomará. (Jeremías 32, 28)
Los caldeos que combaten contra esta ciudad entrarán en ella, le prenderán fuego y la quemarán, con las casas sobre cuyos techos se quemaba incienso a Baal y se derramaban libaciones a otros dioses, a fin de agraviarme. (Jeremías 32, 29)
Entonces se comprarán campos en este país del que ustedes dicen: "Es un país desolado, sin hombres ni animales, que va a caer en manos de los caldeos". (Jeremías 32, 43)