Gefunden 216 Ergebnisse für: confesión de pecados

  • Tú no compraste para mí caña aromática ni me saciaste con la grasa de tus víctimas. ¡Me has abrumado, en cambio, con tus pecados, me has cansado con tus iniquidades! (Isaías 43, 24)

  • Pero soy yo, sólo yo, el que borro tus crímenes por consideración a mí, y ya no me acordaré de tus pecados. (Isaías 43, 25)

  • Yo he disipado tus rebeldías como una nube y tus pecados como un nubarrón. ¡Vuelve hacia mí, porque yo te redimí! (Isaías 44, 22)

  • ¡Grita a voz en cuello, no te contengas, alza tu voz como una trompeta: denúnciale a mi pueblo su rebeldía y sus pecados a la casa de Jacob! (Isaías 58, 1)

  • han sido las culpas de ustedes las que han puesto una barrera entre ustedes y su Dios; sus pecados le han hecho cubrirse el rostro para dejar de escucharlos. (Isaías 59, 2)

  • Porque son muchas nuestras rebeldías delante de ti y nuestros pecados atestiguan contra nosotros; sí, nuestras rebeldías nos acompañan y conocemos bien nuestras iniquidades: (Isaías 59, 12)

  • Las iniquidades de ustedes han desordenado esto, sus pecados los han privado de estos bienes. (Jeremías 5, 25)

  • Así habla el Señor acerca de este pueblo: ¡Cómo les gusta vagabundear! ¡No refrenan sus pasos! Pero el Señor no se complace en ellos: ahora se va a acordar de sus faltas y va a castigar sus pecados. (Jeremías 14, 10)

  • Tu riqueza y tus tesoros los entregaré como botín, gratuitamente, por todos tus pecados, en todo tu territorio. (Jeremías 15, 13)

  • en las montañas y en campo abierto. Tu riqueza, todos tus tesoros los entregaré como botín, gratuitamente, por todos tus pecados, en todo tu territorio. (Jeremías 17, 3)

  • Todos tus amantes te han olvidado, no se interesan por ti. Porque yo te he golpeado como golpea un enemigo, con un castigo cruel, a causa de tu gran iniquidad, porque tus pecados eran graves. (Jeremías 30, 14)

  • ¿Por qué gritas a causa de tu herida, de tu dolor incurable? A causa de tu gran iniquidad, porque tus pecados eran graves, yo te hice todo esto. (Jeremías 30, 15)


“As almas não são oferecidas como dom; compram-se. Vós ignorais quanto custaram a Jesus. É sempre com a mesma moeda que é preciso pagá-las”. São Padre Pio de Pietrelcina