Gefunden 26 Ergebnisse für: envidia

  • La envidia y la ira acortan la vida y las preocupaciones hacen envejecer antes de tiempo. (Eclesiástico 30, 24)

  • desde el que lleva púrpura y corona hasta el que va vestido miserablemente, sólo sienten rabia y envidia, turbación e inquietud, miedo a la muerte, resentimiento y rivalidad; (Eclesiástico 40, 4)

  • Él sabía bien que lo habían entregado por envidia. (Mateo 27, 18)

  • los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. (Marcos 7, 22)

  • Él sabía, en efecto, que los sumos sacerdotes lo habían entregado por envidia. (Marcos 15, 10)

  • Intervino entonces el Sumo Sacerdote con todos sus partidarios, los de la secta de los saduceos. Llenos de envidia, (Hechos 5, 17)

  • Los patriarcas, movidos por la envidia, vendieron a su hermano José para que fuera llevado a Egipto.Pero Dios estaba con él (Hechos 7, 9)

  • Al ver esa multitud, los judíos se llenaron de envidia y con injurias contradecían las palabras de Pablo. (Hechos 13, 45)

  • Llenos de envidia, los judíos reunieron un grupo de gente de la calle y promovieron un alboroto, sembrando la agitación en la ciudad. Entonces se presentaron delante de la casa de Jasón en busca de Pablo y de Silas, para conducirlos ante la asamblea del pueblo. (Hechos 17, 5)

  • Están llenos de toda clase de injusticia, iniquidad, ambición y maldad; colmados de envidia, crímenes, peleas, engaños, depravación, difamaciones. (Romanos 1, 29)

  • Es verdad que algunos predican a Cristo llevados por la envidia y el espíritu de discordia, pero otros lo hacen con buena intención. (Filipenses 1, 15)

  • es un ignorante y un orgulloso, ávido de discusiones y de vanas polémicas. De allí nacen la envidia, la discordia, los insultos, las sospechas malignas (I Timoteo 6, 4)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina