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Después de cruzar el Jordán, pondrán esas piedras en el monte Ebal, según instrucciones que hoy les doy, y las blanquearán con cal. (Deuteronomio 27, 4)
Yo les entrego todos los lugares donde ustedes pondrán la planta de sus pies, como se lo prometí a Moisés. (Josué 1, 3)
Y si el vengador del homicidio lo persigue, no lo pondrán en sus manos, porque mató a su prójimo inadvertidamente, sin haberlo odiado antes. (Josué 20, 5)
Cuando el levita se levantó para partir con su concubina y su servidor, el padre de la joven le dijo: "Ya se está haciendo tarde. Quédate aquí esta noche y pasarás un momento agradable. Mañana de madrugada se pondrán en camino y regresarás a tu casa". (Jueces 19, 9)
Luego tomarán el Arca del Señor y la pondrán sobre el carro. Al lado de ella, en un cofre, colocarán los objetos de oro que le ofrecen en reparación. Después, la dejarán partir. (I Samuel 6, 8)
Ustedes se pondrán en círculo alrededor del rey, cada uno con las armas en la mano. Cualquiera que intente forzar las filas morirá. Permanezcan junto al rey dondequiera que vaya". (II Reyes 11, 8)
Vuélvanse a mí, y quedarán consternados, se pondrán la mano sobre la boca. (Job 21, 5)
pero si te va mal, se pondrán contra ti y se esconderán de tu vista. (Eclesiástico 6, 12)
Los que trabajan el lino quedarán defraudados, las cardadoras y los tejedores se pondrán lívidos, (Isaías 19, 9)
Yo digo de Ciro: "¡Mi pastor!". Él cumplirá toda mi voluntad, diciendo de Jerusalén: "¡Que sea reconstruida!", y del Templo: "¡Se pondrán tus cimientos!". (Isaías 44, 28)
Así habla el Señor, el redentor y el Santo de Israel, al que es despreciado, al abominado de la gente, al esclavo de los déspotas: Al verte, los reyes se pondrán de pie, los príncipes se postrarán, a causa del Señor, que es fiel, y del Santo de Israel, que te eligió. (Isaías 49, 7)
Se comprarán campos a precio de plata, se firmarán escrituras, se las sellará, se pondrán testigos en el país de Benjamín, en los alrededores de Jerusalén, en todas las ciudades de Judá, en las ciudades de la Montaña, en las ciudades de la Sefelá y en las ciudades del Négueb. Porque yo cambiaré su suerte -oráculo del Señor-. (Jeremías 32, 44)