Gefunden 298 Ergebnisse für: tienda del encuentro

  • Al enterarse de esto, Judas salió a su encuentro, lo derrotó y lo mató. Muchos sucumbieron y los demás se dieron a al fuga. (I Macabeos 3, 11)

  • Cuando se acercó a la subida de Betjorón, Judas le salió al encuentro con unos pocos hombres. (I Macabeos 3, 16)

  • Cuando llegaron a Idumea y acamparon en Betsur, Judas les salió al encuentro con diez mil hombres, (I Macabeos 4, 29)

  • Además, tienen como auxiliares a mercenarios árabes. Ahora están acampados al otro lado del torrente, preparados para atacarte". Entonces Judas salió a su encuentro, (I Macabeos 5, 39)

  • Yo me pregunto cómo he llegado al estado de aflicción y de amargura en que ahora me encuentro, yo que era generoso y amado mientras ejercía el poder. (I Macabeos 6, 11)

  • El ejército real subió a Jerusalén, al encuentro de los judíos, y el rey acampó frente a Judea y al monte Sión. (I Macabeos 6, 48)

  • Al alzar los ojos, divisaron una numerosa caravana que avanzaba en medio de un gran tumulto, y vieron que el novio iba a su encuentro, acompañado de sus amigos y hermanos, al son de tambores e instrumentos musicales y con mucha gente armada. (I Macabeos 9, 39)

  • Enterado de esto, el rey Demetrio reclutó un ejército muy numeroso y salió a su encuentro para combatirlo. (I Macabeos 10, 2)

  • El rey Alejandro fue a su encuentro, y Tolomeo le entregó a su hija Cleopatra, celebrándose la boda en Tolemaida con la magnificencia propia de los reyes. (I Macabeos 10, 58)

  • Entonces se dirigió a Siria con pretextos pacíficos, y los habitantes de las ciudades le abrían las puertas y salían a su encuentro, porque Alejandro había dado orden de recibirlo, ya que era su suegro. (I Macabeos 11, 2)

  • Entonces dejó en el país a su hermano Simón y salió al encuentro de ellos. (I Macabeos 11, 64)

  • El ejército extranjero les salió al encuentro en la llanura, dejando algunos hombres emboscados en las montañas. Mientras el ejército avanzaba de frente, (I Macabeos 11, 68)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina