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  • Judá tomó para su primogénito Er a una mujer llamada Tamar. (Génesis 38, 6)

  • Er, el primogénito de Judá, fue malo a los ojos de Yahveh, Yahveh le hizo morir. (Génesis 38, 7)

  • Ellos recogerán todo el comestible de esos años buenos que vienen, almacenarán el grano a disposición de Faraón en las ciudades, y lo guardarán. (Génesis 41, 35)

  • Llamó José al primogénito Manasés, porque - decia - «Dios me ha hecho olvidar todo mi trabajo y la casa de mi padre,» (Génesis 41, 51)

  • También tomaron sus ganados y la hacienda lograda en Canaán, y fueron a Egipto, Jacob y toda su descendencia con él. (Génesis 46, 6)

  • Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto: Jacob y sus hijos. El primogénito de Jacob: Rubén, (Génesis 46, 8)

  • Israel extendió su diestra y la puso sobre la cabeza de Efraím, aunque era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Manasés: es decir que cruzó las manos, puesto que Manasés era el primogénito; (Génesis 48, 14)

  • Y dijo José a su padre: «Así no, padre mío, que éste es el primogénito; pon tu diestra sobre su cabeza. (Génesis 48, 18)

  • Rubén, mi primogénito eres tú, mi vigor y las primicias de mi virilidad , plétora de pasión y de ímpetu, (Génesis 49, 3)

  • Y en habiendo acabado Jacob de hacer encargos a sus hijos, recogió sus piernas en el lecho, expiró y se reunió con los suyos. (Génesis 49, 33)

  • Bajó la hija de Faraón a bañarse en el Río y, mientras sus doncellas se paseaban por la orilla del Río, divisó la cestilla entre los juncos, y envió una criada suya para que la cogiera. (Exodo 2, 5)

  • Y dirás a Faraón: Así dice Yahveh: Israel es mi hijo, mi primogénito. (Exodo 4, 22)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina