Gefunden 120 Ergebnisse für: Carros

  • Frenó las ruedas de los carros, haciéndolos avanzar pesadamente. Los egipcios se dijeron: "Huyamos de los israelitas, porque el Señor combate por ellos contra los egipcios". (Exodo 14, 25)

  • Y el Señor dijo a Moisés: "Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas se vuelquen sobre los egipcios, sobre sus carros y caballeros". (Exodo 14, 26)

  • Las aguas, al juntarse, cubrieron carros y caballeros y a todo el ejército del Faraón, que había entrado en persecución de los israelitas. No escapó ni uno solo. (Exodo 14, 28)

  • Los carros del Faraón y su ejército precipitó en el mar; la flor de sus guerreros se la tragó el mar Rojo. (Exodo 15, 4)

  • Cuando los caballos del Faraón, con carros y caballeros, penetraron en el mar, el Señor lanzó sobre ellos las aguas del mar, mientras los israelitas pasaron a pie enjuto por medio del mar. (Exodo 15, 19)

  • y la llevaron delante del Señor: seis carros cubiertos y doce bueyes, un carro por cada dos y un buey por cada uno de los príncipes, y la ofrecieron delante de la tienda. (Números 7, 3)

  • Moisés tomó los carros y los bueyes y los entregó a los levitas; (Números 7, 6)

  • dio dos carros y cuatro bueyes a los hijos de Guersón, según sus funciones; (Números 7, 7)

  • cuatro carros y ocho bueyes a los hijos de Merarí, según su oficio, bajo la vigilancia del sacerdote Itamar, hijo de Aarón. (Números 7, 8)

  • lo que hizo con el ejército egipcio, con sus caballos y sus carros, que sepultó bajo las aguas del mar Rojo cuando os perseguían y lo destruyó hasta el día de hoy; (Deuteronomio 11, 4)

  • Cuando salgas a hacer la guerra contra tus enemigos y veas los caballos y los carros de un pueblo más numeroso que tú, no tengas miedo de ello, pues el Señor, tu Dios, está contigo, el mismo que te sacó de Egipto. (Deuteronomio 20, 1)

  • Salieron con todos sus ejércitos, una multitud innumerable como la arena del mar, y con muchísimos caballos y carros de guerra. (Josué 11, 4)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina