Gefunden 226 Ergebnisse für: cuatro

  • Jirán había mandado al rey cuatro mil ciento cuarenta kilos de oro. (I Reyes 9, 14)

  • Luego ofreció al rey cuatro mil kilos de oro, gran cantidad de aromas y piedras preciosas. Nunca más se vio tanta cantidad de aromas como la que la reina de Sabá ofreció al rey Salomón. (I Reyes 10, 10)

  • y ordenó: "Llenad cuatro cántaros de agua y vertedla sobre la leña". Luego dijo: "Otra vez". Y vertieron agua de nuevo. "Por tercera vez", añadió. Y lo hicieron por tercera vez. (I Reyes 18, 34)

  • Cuatro leprosos estaban en la puerta de la ciudad, y se dijeron mutuamente: "¿Qué hacemos aquí esperando la muerte? (II Reyes 7, 3)

  • En su tiempo Pul, rey de Asiria, invadió el país, y Menajén entregó a Pul unos treinta y cuatro mil kilos de plata para que le ayudase a consolidar el poder real en sus manos. (II Reyes 15, 19)

  • Pero el Faraón Necó lo encadenó en Ribla, en el país de Jamat, lo destronó de Jerusalén e impuso al país un tributo de tres mil cuatrocientos kilos de plata y treinta y cuatro de oro. (II Reyes 23, 33)

  • donde le nacieron estos hijos: Samúa, Sobab, Natán y Salomón, los cuatro de Betsabé, hija de Aahiel; (I Crónicas 3, 5)

  • Hijos de Isacar: Tolá, Puá, I Yasub y Simrón: cuatro. (I Crónicas 7, 1)

  • Los porteros estaban colocados en los cuatro puntos cardinales: este, oeste, norte y sur. (I Crónicas 9, 24)

  • En cambio, los cuatro jefes de los porteros que permanecían allí siempre eran levitas y tenían a su cargo las cámaras y tesoros del templo de Dios. (I Crónicas 9, 26)

  • Les despojaron de sus armas, les cortaron la cabeza e hicieron publicar la buena nueva por todo el país de los filisteos, a los cuatro vientos, a sus ídolos y al pueblo. (I Crónicas 10, 9)

  • Los amonitas se dieron cuenta de que se habían hecho odiosos a David, y Janún y los amonitas enviaron unas treinta y cuatro toneladas de plata para contratar como mercenarios tropas de caballería y carros de combate sirios en Mesopotamia, Maacá y Sobá. (I Crónicas 19, 6)


“Ouço interiormente uma voz que constantemente me diz: Santifique-se e santifique!” São Padre Pio de Pietrelcina