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Débora dijo a Barac: "Levántate, éste es el día en que el Señor entregará a Sísara en tus manos. ¿No va el Señor delante de ti?". Y Barac dejó el monte Tabor con sus diez mil hombres. (Jueces 4, 14)
Los israelitas hicieron lo que desagradaba al Señor, y el Señor los entregó en manos de Madián durante siete años. (Jueces 6, 1)
El Señor dijo a Gedeón: "El pueblo que está contigo es excesivamente numeroso para que yo entregue a los madianitas en vuestras manos. Israel podría gloriarse contra mí, diciendo: Es mi propia mano la que me ha librado. (Jueces 7, 2)
Los que lamieron el agua de sus manos fueron trescientos. El resto del pueblo se arrodilló para beber. (Jueces 7, 6)
El Señor dijo a Gedeón: "Con los trescientos hombres que han lamido el agua os libraré y pondré a los madianitas en tus manos. Que todos los demás se vayan cada uno a su casa". (Jueces 7, 7)
Aquéllos cogieron en sus manos los cántaros y trompetas del pueblo. A todos los demás hombres de Israel los mandó a cada uno a su tienda, quedándose sólo con los trescientos. El campamento de los madianitas estaba debajo del suyo, en la llanura. (Jueces 7, 8)
Aquella noche el Señor ordenó a Gedeón: "Levántate, baja al campamento, porque yo los entrego en tus manos. (Jueces 7, 9)
Cuando Gedeón oyó el sueño y su explicación, se prosternó. Volvió al campamento de Israel y dijo: "Arriba, porque el Señor ha entregado en vuestras manos el campamento de los madianitas". (Jueces 7, 15)
Gedeón dividió sus trescientos hombres en tres bandos. Puso en sus manos las trompetas y los cántaros vacíos y dentro de ellos teas encendidas, (Jueces 7, 16)
El Señor puso en vuestras manos a los jefes madianitas, Oreb y Zeb. Lo que yo he hecho, ¿puede compararse con lo que habéis hecho vosotros?". Ante estas palabras, ellos se calmaron. (Jueces 8, 3)
Pero los jefes de Sucot respondieron: "¿Acaso tienes ya en tus manos a Zébaj y a Salmuná, para que debamos suministrar pan a tu ejército?". (Jueces 8, 6)
Gedeón se presentó a la gente de Sucot, y dijo: "Aquí están Zébaj y Salmuná, por los que os burlasteis de mí diciendo: ¿Acaso tienes ya en tus manos a Zébaj y a Salmuná para que debamos suministrar pan a tu ejército?". (Jueces 8, 15)