4. Que la población de cada lugar ayude a todos los que queden de ese pueblo, en cualquier parte donde residan, proporcionándoles plata, oro, bienes y ganado, como así también otras ofrendas voluntarias para la Casa del Dios que está en Jerusalén".





“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina