8. Ya hacía bastante tiempo que se encontraba allí, cuando Abimélec, el rey de los filisteos, al mirar por la ventana, vio que Isaac estaba acariciando a su esposa Rebeca.





“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina