6. Entonces el rey tomó la palabra y dijo al hombre de Dios: "Aplaca, por favor, el rostro del Señor, tu Dios, y ruega por mí, para que pueda doblar mi brazo". El hombre de Dios aplacó el rostro del Señor, y el rey pudo doblar el brazo como antes.





“Para consolar uma alma na sua dor, mostre-lhe todo o bem que ela ainda pode fazer.” São Padre Pio de Pietrelcina