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  • Los inspirará el amor al dinero, y se aprovecharán de ustedes con palabras engañosas. Pero ya fue dictada su condenación, y su destrucción es inminente. (2º Carta de Pedro 2, 3)

  • Pero en cambio salvó a Lot, hombre recto que se sentía profundamente afligido por la conducta desenfrenada de aquella gente viciosa. (2º Carta de Pedro 2, 7)

  • Son fuentes sin agua, nubes arrastradas por el huracán, que se convierten en densas tinieblas. (2º Carta de Pedro 2, 17)

  • Prometen libertad, cuando ellos mismos son esclavos de la corrupción, pues cada uno es esclavo de aquello que lo domina. (2º Carta de Pedro 2, 19)

  • Más les valdría no haber conocido los caminos de la santidad, que después de haberlos conocido, apartarse de la santa doctrina que les fue enseñada. (2º Carta de Pedro 2, 21)

  • Consideren que las demoras de nuestro Señor son para nuestra salvación, como lo escribió nuestro querido hermano Pablo con la sabiduría que le fue dada, (2º Carta de Pedro 3, 15)

  • Así pues, queridos, estando ya advertidos, tengan cuidado para que esa gente extraviada no arrastre a los que estaban firmes y los haga caer. (2º Carta de Pedro 3, 17)

  • Porque se han infiltrado en medio de ustedes ciertas personas ya señaladas para la condenación, gente impía que hacen de la gracia de nuestro Dios un pretexto para su libertinaje y niegan a nuestro único Dueño y Señor Jesucristo. (2º Carta de Pedro 3, 4)

  • Lo mismo hizo con los ángeles que no mantuvieron su dignidad y abandonaron su propia morada: Dios los encerró en cárceles eternas, en profundas tinieblas, hasta que llegue el gran día del Juicio. (2º Carta de Pedro 3, 6)

  • Echan a perder las comidas de fraternidad que celebran ustedes, pues no piensan más que en sí mismos y comen desvergonzadamente. Son como nubes arrastradas por el viento que no dan lluvia, árboles que no dan fruto al final del otoño y que ya están muertos antes de ser arrancados de raíz; (2º Carta de Pedro 3, 12)

  • El patriarca Henoc, el séptimo después de Adán, dijo de ellos estas palabras: «El Señor viene con miles de ángeles (2º Carta de Pedro 3, 14)

  • Pues toda la corriente del mundo, -la codicia del hombre carnal, los ojos siempre ávidos, y la arrogancia de los ricos-, nada viene del Padre, sino del mundo. (1º Carta de Juan 2, 16)


“Jesus vê, conhece e pesa todas as suas ações.” São Padre Pio de Pietrelcina