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Viene a continuación la lista de los reyes que los israelitas vencieron y cuyo territorio conquistaron al otro lado del Jordán, desde el río Arnón hasta el cerro Hermón con toda la Arabá del este. (Josué 12, 1)
Y sucederá que hasta los más valientes, cuyo coraje es semejante al de un león, se desanimarán porque todo Israel sabe que tu padre y los que están con él son valientes. (2 Samuel 17, 10)
El profeta gritó hacia el altar en nombre de Yavé: «Altar, altar, en la familia de David va a nacer un niño cuyo nombre será Josías. El matará sobre este altar a los sacerdotes que quemaron incienso en él. Y manchará el altar quemando sobre él huesos humanos.» (1 Reyes 13, 2)
Elías, del pueblo de Tisbé, en Galaad, dijo a Ajab: «Por la vida de Yavé, el Dios de Israel a cuyo servicio estoy, no habrá estos años lluvia ni rocío mientras yo no mande.» (1 Reyes 17, 1)
El escudero sobre cuyo brazo se apoyaba el rey, respondió al hombre de Dios: «Aunque Yavé abriera las ventanas del cielo para que llueva trigo, ¿podría ocurrir tal cosa?» Eliseo contestó: «Con tus ojos lo verás, pero no lo comerás.» (2 Reyes 7, 2)
Eliseo dijo a la mujer cuyo hijo había resucitado: «Levántate y vete con tu familia a vivir a otra parte, donde mejor te parezca, porque Yavé ha llamado el hambre y viene ya sobre el país para siete años.» (2 Reyes 8, 1)
Mientras le estaba contando cómo había resucitado a un muerto, compareció la mujer, cuyo hijo había resucitado, reclamando al rey su casa y sus campos. Guejazí dijo: «Esta es, mi señor, aquella mujer y éste es su hijo, al que resucitó Eliseo.» (2 Reyes 8, 5)
Abigaíl dio a luz a Amasá, cuyo padre fue Jeter el ismaelita. (1 Crónicas 2, 17)
Jerajmeel tuvo otra mujer cuyo nombre era Atará, que fue madre de Onam. (1 Crónicas 2, 26)
David estableció delante del Arca de Yavé a los levitas, cuyo servicio sería celebrar, glorificar y alabar a Yavé, Dios de Israel. (1 Crónicas 16, 4)
a todos aquellos cuyo corazón está dispuesto a buscar a Yavé Dios, el Dios de sus padres, aunque no tengan la pureza requerida para las cosas sagradas.» (2 Crónicas 30, 19)
Entonces se levantaron los jefes de las familias de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y levitas, y todos aquellos cuyo espíritu Dios despertó, y acordaron ir a edificar la Casa de Yavé. (Esdras 1, 5)