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Abandonaron la Casa de Yavé, el Dios de sus padres, y se interesaron por los troncos sagrados y los ídolos; la cólera estalló contra Judá y Jerusalén, a causa de esta culpa suya. (2 Crónicas 24, 18)
A la vuelta de un año, subió contra Joás el ejército de los arameos, que invadieron Judá y Jerusalén, mataron de entre la población a todos los jefes del pueblo, y mandaron todo el botín al rey de Damasco, (2 Crónicas 24, 23)
Amasías tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar. Reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre Yahadán era de Jerusalén. (2 Crónicas 25, 1)
Joás, rey de Israel, capturó a Amasías, rey de Judá, hijo de Joás, hijo de Ocozías, en Bet-Semes, y lo llevó a Jerusalén; y echó abajo la muralla de Jerusalén, desde la puerta de Efraím hasta la puerta del Angulo. (2 Crónicas 25, 23)
Después de que Amasías se apartó de Yavé, se conjuraron contra él en Jerusalén, por lo que huyó a Laquis; pero mandaron gente en su persecución hasta Laquis y allí lo mataron. (2 Crónicas 25, 27)
Ozías tenía dieciséis años cuando empezó a reinar y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. Su madre, Jecolía, era de Jerusalén. (2 Crónicas 26, 3)
Ozías construyó torres en Jerusalén sobre la Puerta del Angulo, sobre la Puerta del Valle y en el Angulo y las fortificó. (2 Crónicas 26, 9)
Hizo construir en Jerusalén máquinas inventadas por un ingeniero, que colocó en las torres y en los ángulos de los muros para disparar saetas y piedras grandes. Su fama se extendió lejos porque fue prodigioso el modo como supo buscarse colaboradores hasta hacerse fuerte. (2 Crónicas 26, 15)
Jotam tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Su madre Jerubá era hija de Sadoq. (2 Crónicas 27, 1)
Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. (2 Crónicas 27, 8)
Ajaz tenía veinte años cuando empezó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. No hizo lo que es recto a los ojos de Yavé, como su padre David, (2 Crónicas 28, 1)
Y ahora quieren someter a esclavitud a la población de Judá y de Jerusalén y que en adelante sean esclavos y esclavas de ustedes. Miren que ustedes mismos no son inocentes ante Yavé, su Dios. (2 Crónicas 28, 10)