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  • 'No teman ni tengan miedo de ellos. Yavé, nuestro Dios, que los conduce a ustedes, peleará por ustedes como ya lo hizo en Egipto (Deuteronomio 1, 30)

  • Pero Yavé me dijo: Adviérteles que no vayan a pelear, pues yo no estoy con ellos, no sea que sean derrotados por el enemigo . (Deuteronomio 1, 42)

  • Estas son las palabras que dijo Yavé a toda la asamblea que estaba en el monte, desde en medio del fuego y la espesa nube. Dichas palabras resonaron con estruendo y no se les añadió nada. Y luego Yavé las escribió en dos tablas de piedra que me entregó. (Deuteronomio 5, 22)

  • Entonces me dio Yavé las dos tablas de piedra escritas por el dedo de Dios. Todas sus palabras estaban ahí escritas, todas las palabras que les dijo en el monte, desde en medio del fuego, en el día de la asamblea. (Deuteronomio 9, 10)

  • Yavé escribió en las tablas eso mismo que había en las primeras, las diez palabras que les dijo en el monte desde en medio del fuego, en el día de la Asamblea, y me las dio. (Deuteronomio 10, 4)

  • (Los hijos de Israel partieron de los pozos de Jacán, caminando hacia Mosera. Allí murió Aarón y fue sepultado, y su hijo Eleazar lo sucedió. (Deuteronomio 10, 6)

  • Acuérdate de lo que pediste a Yavé, tu Dios, en el Horeb, el día de la Asamblea; tú dijiste: «No puedo seguir más oyendo la voz de Yavé, ni soportar este gran fuego, y si me quedo mirando, voy a morir.» (Deuteronomio 18, 16)

  • porque Yavé, tu Dios, está contigo. El peleará en favor tuyo contra tus enemigos y te salvará.» (Deuteronomio 20, 4)

  • El hombre que tenga los testículos aplastados o el pene mutilado no será admitido en la asamblea de Yavé. (Deuteronomio 23, 2)

  • Tampoco el mestizo será admitido en la asamblea de Yavé, ni aun en la décima generación. (Deuteronomio 23, 3)

  • El amonita y el moabita no se admitirán jamás en la asamblea de Yavé, ni aun después de la décima generación. (Deuteronomio 23, 4)

  • A la tercera generación, sus descendientes podrán ser admitidos en la asamblea de Yavé. (Deuteronomio 23, 9)


“O passado não conta mais para o Senhor. O que conta é o presente e estar atento e pronto para reparar o que foi feito.” São Padre Pio de Pietrelcina