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que el Señor sea tu único deleite, y él colmará los deseos de tu corazón. (Salmos 37, 4)
Tú, Señor, conoces todos mis deseos, y no se te ocultan mis gemidos: (Salmos 38, 10)
Mi alma se consume de deseos por los atrios del Señor; mi corazón y mi carne claman ansiosos por el Dios viviente. (Salmos 84, 3)
No, yo aplaco y modero mis deseos: como un niño tranquilo en brazos de su madre, así está mi alma dentro de mí. (Salmos 131, 2)
No satisfagas los deseos del malvado ni dejes que se cumplan sus proyectos; (Salmos 140, 9)
El Señor cumple los deseos de sus fieles, escucha su clamor y les da la salvación; (Salmos 145, 19)
Si ustedes y sus hijos se encuentran bien y sus asuntos marchan conforme a sus deseos, damos inmensas gracias por eso. (II Macabeos 9, 20)
Como la sentencia contra las malas acciones no se ejecuta inmediatamente, el corazón de los seres humanos se llena de deseos de hacer el mal. (Eclesiastés 8, 11)
No te dejes guiar por tus pasiones, sino refrena tus deseos. (Eclesiástico 18, 30)
y aparta de mí los malos deseos. (Eclesiástico 23, 5)
La hermosura de la mujer alegra el rostro y supera todos los deseos del hombre. (Eclesiástico 36, 22)
pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y los demás deseos penetran en ellos y ahogan la Palabra, y esta resulta infructuosa. (Marcos 4, 19)