9. Aunque no hubiera nada que temer, el simple paso de un animal o el silbido de una serpiente bastaba para aterrorizarlos; se morían en convulsiones de miedo, no atreviéndose a mirar ese aire que nos rodea y del cual nadie podría huir.





“A sua casa deve ser uma escada para o Céu”. São Padre Pio de Pietrelcina