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  • Los cadáveres de ustedes caerán en el desierto, (Números 14, 32)

  • y sus hijos serán nómades en el desierto durante cuarenta años. Cargarán con el peso de la infidelidad de ustedes hasta que el desierto haya acogido a la totalidad de sus cadáveres. (Números 14, 33)

  • Hoy te entregará Yavé en mis manos, te derribaré y te cortaré la cabeza. Y hoy mismo daré tu cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a las aves de rapiña y a las fieras salvajes. Toda la tierra sabrá que hay un Dios en Israel, (1 Samuel 17, 46)

  • Los hombres de Israel y de Judá se pusieron en movimiento y, lanzando el grito de guerra, persiguieron a los filisteos hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de Acarón. Y los cadáveres de los filisteos quedaron esparcidos por todo el camino, desde Saarayim hasta Gat y Acarón. (1 Samuel 17, 52)

  • Aquella misma noche, salió el Angel de Yavé y mató en el campamento asirio a ciento ochenta y cinco mil soldados; a la hora de despertar, sólo se veían cadáveres. (2 Reyes 19, 35)

  • Cuando los de Judá llegaron a la cumbre desde donde se divisa el desierto, vieron todo el campo cubierto de cadáveres sin que uno solo hubiera quedado con vida. (2 Crónicas 20, 24)

  • pan a los hambrientos y vestidos a los desnudos. Enterré los cadáveres de mis compatriotas asesinados que eran arrojados tras las murallas de Nínive. (Tobías 1, 17)

  • Los heridos llenarán los valles, y los cadáveres harán desbordar los ríos. (Judit 2, 8)

  • Ester respondió: «Quisiera aún pedirte algo, ¡oh rey!: permite que los judíos de Susa puedan proseguir mañana ejecutando lo dispuesto en el edicto y ordena además que los cadáveres de los diez hijos de Amán sean colgados de la horca.» (Ester 9, 13)

  • juzga a las naciones: está lleno de cadáveres, y de cabezas rotas a lo ancho de la tierra. (Salmos 110, 6)

  • Hizo pasar a filo de espada a todos los varones, arrasó la ciudad y se llevó sus despojos. Luego atravesó la ciudad por encima de los cadáveres; (1 Macabeos 5, 51)

  • «En torno a Jerusalén han esparcido los cadáveres de tus santos; derramaron su sangre y no hubo quien los sepultara.» (1 Macabeos 7, 17)


Como distinguir uma tentação de um pecado e como estar certo de que não se pecou? – perguntou um penitente. Padre Pio sorriu e respondeu: “Como se distingue um burro de um homem? O burro tem de ser conduzido; o homem conduz a si mesmo!” São Padre Pio de Pietrelcina