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  • y Saulo, al levantarse del suelo, no veía nada por más que abría los ojos. Lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. (Hecho de los Apóstoles 9, 8)

  • Vivía en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor lo llamó en una visión: «¡Ananías!» Respondió él: «Aquí estoy, Señor.» (Hecho de los Apóstoles 9, 10)

  • Después comió y recobró las fuerzas. Saulo permaneció durante algunos días con los discípulos en Damasco, (Hecho de los Apóstoles 9, 19)

  • Saulo se mostraba cada vez más fuerte cuando demostraba que Jesús era el Mesías, y refutaba todas las objeciones de los judíos de Damasco. (Hecho de los Apóstoles 9, 22)

  • Entonces Bernabé lo tomó consigo, lo presentó a los apóstoles y les contó cómo Saulo había visto al Señor en el camino y cómo el Señor le había hablado. También les expuso la valentía con que había predicado en Damasco en nombre de Jesús. (Hecho de los Apóstoles 9, 27)

  • esto lo saben muy bien el sumo sacerdote y el Consejo de los Ancianos. Incluso me entregaron cartas para nuestros hermanos de Damasco, y salí para detener a los cristianos que allí había y traerlos encadenados a Jerusalén para que fueran castigados. (Hecho de los Apóstoles 22, 5)

  • Iba de camino, y ya estaba cerca de Damasco, cuando a eso del mediodía se produjo un relámpago y me envolvió de repente una luz muy brillante que venía del cielo. (Hecho de los Apóstoles 22, 6)

  • Entonces yo pregunté: «Qué debo hacer, Señor?» Y el Señor me respondió: «Levántate y vete a Damasco. Allí te hablarán de la misión que te ha sido asignada.» (Hecho de los Apóstoles 22, 10)

  • El resplandor de aquella luz me dejó ciego, y entré en Damasco llevado de la mano por mis compañeros. (Hecho de los Apóstoles 22, 11)

  • Allí vino a verme un tal Ananías, un hombre muy observante de la Ley y muy estimado por todos los judíos que vivían en Damasco. (Hecho de los Apóstoles 22, 12)

  • Con este propósito iba a Damasco con plenos poderes y por encargo de los jefes de los sacerdotes. (Hecho de los Apóstoles 26, 12)

  • Muy por el contrario, empecé a predicar, primero a la gente de Damasco, luego en Jerusalén y en el país de los judíos, y por último en las naciones paganas. Y les pedía que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, mostrando en adelante los frutos de una verdadera conversión. (Hecho de los Apóstoles 26, 20)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.”(Pe Pio) São Padre Pio de Pietrelcina