Fundar 114 Resultados para: Elías

  • Sepan, pues, que no quedará sin efecto ninguna de las palabras que Yavé dijo contra la familia de Ajab. Acaba de cumplirse lo que dijo por boca de su siervo Elías.» (2 Reyes 10, 10)

  • Cuando estuvo en Samaria, Jehú dio muerte a todos los sobrevivientes del partido de Ajab que vivían en aquella ciudad; no dejó a ninguno con vida. Así se cumplió la palabra que Yavé había dicho por boca de Elías. (2 Reyes 10, 17)

  • Jarsías, Elías y Zikrí: hijos de Yerojam. (1 Crónicas 8, 27)

  • Le llegó un escrito de parte del profeta Elías que decía: «Así dice Yavé, el Dios de tu padre David: No has seguido los caminos de tu padre Josafat, ni los caminos de Asá, rey de Judá, (2 Crónicas 21, 12)

  • Entre los de Jarim: Maaseías, Elías, Semaías, Jejiel y Uzzías. (Esdras 10, 21)

  • de los de Elam: Mattanías, Zacarías, Jejiel, Abdí, Jeremot y Elías; (Esdras 10, 26)

  • En Betulia vivía Judit, hija de Merarí, hijo de Idox, hijo de José, hijo de Oziel, hijo de Elcías, hijo de Ananías, hijo de Gedeón, hijo de Rafaín, hijo de Ajitob, hijo de Elías, hijo de Jilquías, hijo de Eliab, hijo de Natanías, hijo de Salatiel, hijo de Simeón. (Judit 8, 1)

  • Elías, por su ardiente celo por la Ley, fue arrebatado hasta el cielo. (1 Macabeos 2, 58)

  • Luego apareció, como un fuego, el profeta Elías, cuyas palabras quemaban como un antorcha. (Sirácides (Eclesiástico) 48, 1)

  • ¡Oh Elías, tus milagros constituyeron tu gloria! ¿Quién podría vanagloriarse de ser como tú? (Sirácides (Eclesiástico) 48, 4)

  • ¡Oh Elías, felices los que te vieron, y que luego se durmieron en el amor! - porque nosotros también ciertamente que viviremos. (Sirácides (Eclesiástico) 48, 11)

  • Cuando Elías fue llevado en un torbellino, Eliseo quedó lleno de su espíritu. Ningún príncipe pudo intimidarlo todo el tiempo que vivió, ni nadie pudo dominarlo. (Sirácides (Eclesiástico) 48, 12)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina