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  • Pues mira cómo está la atierra de Caldea, este pueblo ya no existe, Asiria lo ha entregado a las fieras del desierto. Levantaron torres de asalto, demolieron sus castillos, y sólo quedan escombros. (Isaías 23, 13)

  • Yavé está enojado con todas las naciones y está enfurecido contra sus ejércitos. Los ha condenado a la destrucción, los ha entregado a la matanza. (Isaías 34, 2)

  • Me había enojado con mi pueblo y había rechazado a los míos. Los había entregado a tus manos, pero tú no tuviste compasión y, sobre el anciano, hiciste caer tu yugo aplastante. (Isaías 47, 6)

  • Yavé me dijo, cuando era rey Josías: «¿Has visto lo que ha hecho la infiel de Israel? Se ha entregado en cualquier cerro alto y bajo cualquier árbol verde. (Jeremías 3, 6)

  • Pero tú, Yavé de los Ejércitos, que pronuncias sentencias justas, conoces el corazón y las intenciones de los hombres; a ti he entregado mi causa y estaré presente cuando tú hagas justicia.» (Jeremías 11, 20)

  • Abandoné mi casa, dejé mi propiedad, he entregado lo que más quería en manos de mis enemigos. (Jeremías 12, 7)

  • Ahora bien, acabo de entregar todos estos países a mi mayordomo Nabucodonosor, rey de Babilonia, y le he entregado hasta las bestias del campo para que le sirvan. (Jeremías 27, 6)

  • Porque así habla Yavé: «Yo pongo un yugo de hierro al cuello de todas estas naciones para someterlas a Nabucodonosor, rey de Babilonia, para que lo sirvan; a todos los he entregado a Nabucodonosor, hasta los animales del campo.» (Jeremías 28, 14)

  • y Sedecías, rey de Judá, no escapará de manos de los caldeos, sino que será entregado, sin remedio, al rey de Babilonia, a quien podrá hablarle frente a frente y verlo cara a cara, (Jeremías 32, 4)

  • Después de haber entregado a Baruc, hijo de Nerías, la escritura de compra, dirigí a Yavé esta oración: (Jeremías 32, 16)

  • Y tú no creas que te vas a escapar de él, sino que caerás prisionero y serás entregado en sus manos. Verás al rey de Babilonia cara a cara y le hablarás frente a frente. Luego partirás a Babilonia. (Jeremías 34, 3)

  • El rey Sedecías mandó a buscarlo y lo interrogó en secreto, en su palacio: «¿Acaso tienes una palabra de Yavé?» «Sí», respondió Jeremías, y agregó: «Serás entregado en manos del rey de Babilonia.» (Jeremías 37, 17)


“O amor tudo esquece, tudo perdoa, sem reservas.” São Padre Pio de Pietrelcina