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  • Los judíos se llenaron de envidia al ver todo aquel gentío y empezaron a contradecir con insultos lo que Pablo decía. (Hecho de los Apóstoles 13, 45)

  • Con esto la Palabra de Dios empezó a difundirse por toda la región. (Hecho de los Apóstoles 13, 49)

  • Le dijo entonces en voz alta: «Levántate y ponte derecho sobre tus pies.» El hombre se incorporó y empezó a caminar. (Hecho de los Apóstoles 14, 10)

  • y el sábado salimos a las afueras de la ciudad, a orillas del río, donde era de suponer que los judíos se reunían para orar. Nos sentamos y empezamos a hablar con las mujeres que habían acudido. (Hecho de los Apóstoles 16, 13)

  • Empezó a seguirnos y a Pablo gritando: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo y les anuncian el camino de la salvación.» (Hecho de los Apóstoles 16, 17)

  • Empezó a tener contactos en la sinagoga con judíos y con griegos que temían a Dios, hablando también con los que diariamente se encontraban en las plazas de la ciudad. (Hecho de los Apóstoles 17, 17)

  • Cuando oyeron hablar de resurrección de los muertos, unos empezaron a burlarse de Pablo, y otros le decían: «Sobre esto te escucharemos en otra ocasión.» (Hecho de los Apóstoles 17, 32)

  • Entonces toda la chusma agarró a Sóstenes, que era un dirigente de la sinagoga, y empezaron a golpearlo delante del tribunal, pero Galión no se preocupó por tanto. (Hecho de los Apóstoles 18, 17)

  • Así fue como llegaron a Efeso, y allí dejó que ellos se fueran. Pablo entró en la sinagoga y empezó a discutir con los judíos. (Hecho de los Apóstoles 18, 19)

  • y al imponerles Pablo las manos, el Espíritu Santo bajó sobre ellos y empezaron a hablar lenguas y a profetizar. (Hecho de los Apóstoles 19, 6)

  • Este discurso despertó el furor de los oyentes y empezaron a gritar: «¡Grande es la Artemisa de los Efesios!» (Hecho de los Apóstoles 19, 28)

  • Entonces empezaron todos a llorar y le besaban abrazados a su cuello. (Hecho de los Apóstoles 20, 37)


"Tente percorrer com toda a simplicidade o caminho de Nosso Senhor e não se aflija inutilmente.” São Padre Pio de Pietrelcina