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  • Cuando vio Ajitofel que no habían seguido su consejo, ensilló a su burro y partió a su ciudad. Una vez en su casa, puso todo en regla y luego se ahorcó. Su cadáver fue sepultado junto a su padre. (2 Samuel 17, 23)

  • Murió Salomón y fue sepultado en la ciudad de su padre, David. Su hijo Roboam le sucedió. (1 Reyes 11, 43)

  • Cuando Joás se acostó con sus padres, fue sepultado en Samaria, junto a los reyes de Israel, y Jeroboam ocupó su trono. (2 Reyes 13, 13)

  • Cuando murió Jeroboam, fue sepultado con los reyes de Israel, y reinó en su lugar su hijo Zacarías. (2 Reyes 14, 29)

  • Por eso voy a reunirte con tus padres; morirás y serás sepultado en paz, sin haber visto ninguno de los males que voy a mandar contra este lugar.» (2 Reyes 22, 20)

  • Luego se acostó con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David, su padre. En su lugar reinó su hijo Roboam. (2 Crónicas 9, 31)

  • Roboam se acostó con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David. Reinó en su lugar su hijo Abías. (2 Crónicas 12, 16)

  • Sus servidores lo sacaron del carro y, pasándolo a otro carro que tenía, lo llevaron a Jerusalén, donde murió. Fue sepultado en los sepulcros de sus padres y todo Judá y Jerusalén hicieron duelo por Josías. (2 Crónicas 35, 24)

  • Tobit murió en paz a la edad de ciento doce años y fue sepultado dignamente en Nínive. Tenía sesenta y dos años cuando quedó ciego; después de recuperar la vista vivió feliz, practicó la limosna, alabó siempre a Dios y proclamó sus grandezas. (Tobías 14, 2)

  • Mientras vigilaba a los segadores que ataban las gavillas, le dio una insolación, cayó en cama y murió en Betulia, su ciudad. Fue sepultado junto a sus padres en el campo que hay entre Dotán y Balamón. (Judit 8, 3)

  • Partió hacia Galaad y, cerca de Bascuna, hizo ejecutar a Jonatán, que fue sepultado allí. (1 Macabeos 13, 23)

  • Fue sepultado junto a los malhechores y su tumba quedó junto a los ricos, a pesar de que nunca cometió una violencia ni nunca salió una mentira de su boca. (Isaías 53, 9)


“Enquanto tiver medo de ser infiel a Deus, você não será’. Deve-se ter medo quando o medo acaba!” São Padre Pio de Pietrelcina