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  • Sin bueyes los graneros quedarán vacíos; los ingresos dependen de la fuerza de los animales. (Proverbios 14, 4)

  • el león, el más valiente de los animales, que no retrocede ante nada; (Proverbios 30, 30)

  • Me dije a mí mismo, pensando en lo que es el hombre: Dios los pone a prueba, les demuestra que no son más que animales. (Eclesiastés (Qohelet) 3, 18)

  • Su mal corazón los había extraviado: era una locura que adoraran a reptiles irracionales y a viles animales. Por eso en castigo les enviaste nubes de insectos, (Sabiduría 11, 15)

  • Para castigarlos habrías podido crear nuevas especies, animales llenos de furor, que respiraran fuego, cuyas narices lanzaran un vapor ardiente, cuyos ojos emitieran relámpagos terribles (Sabiduría 11, 18)

  • ¡Habían llegado muy lejos por los caminos del error, tomando como dioses a los animales más feos y más despreciables! Se habían dejado engañar como niños sin juicio. (Sabiduría 12, 24)

  • En medio de sus sufrimientos, se indignaron con esos animales a los que habían tomado por dioses y que ahora se transformaban en los instrumentos de su castigo. Entonces descubrieron y reconocieron como Dios al que antes se negaban a ver: ese fue el motivo del castigo supremo que recayó sobre ellos. (Sabiduría 12, 27)

  • ¡Cuánta más pena dan los que ponen su confianza en cosas muertas, y que dan el nombre de dioses a lo que ha salido de manos humanas: oro, plata cincelada, figuras de animales, y hasta la piedra inservible y que un buen día fue esculpida por alguien! (Sabiduría 13, 10)

  • Por eso nuestros perseguidores fueron justamente castigados por animales de ese género y atormentados por una multitud de insectos. (Sabiduría 16, 1)

  • Cuando nuestros enemigos tenían hambre, sintieron asco ante el aspecto horroroso de los animales que les enviaste; tu pueblo, en cambio, después de una breve privación, disfrutó de un alimento exquisito. (Sabiduría 16, 3)

  • Unas veces las llamas besaban para no quemarlos a los animales que habían sido enviados contra los impíos: así comprenderían que Dios quería castigarlos; (Sabiduría 16, 18)

  • o el estruendo de un desmoronamiento de piedras en una pendiente, o la carrera invisible de animales saltando, o aún el aullido de las fieras salvajes y el eco retumbante en las gargantas de las montañas. (Sabiduría 17, 18)


“Recorramos a Jesus e não às pessoas, pois só ele nunca nos faltará.” São Padre Pio de Pietrelcina