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  • y todas las ciudades del valle, los dominios de Sijón, rey de los amorreos, que vivió en Jesebón. Este rey había sido derrotado por Moisés igual que los príncipes de Madián, Heví y Recem, y los jefes Sur, Hur y Rebe, que habitaban esas tierras y pagaban impuestos a Sijón, (Josué 13, 21)

  • Luego los llevé al país de los amorreos que viven al este del Jordán. Ellos pelearon, pero yo los entregué en manos de ustedes; los destruí, y ustedes se apoderaron de sus tierras. (Josué 24, 8)

  • Después pasaron el Jordán y llegaron a Jericó. Entonces combatieron contra ustedes los dueños de Jericó; los amorreos, fereceos, cananeos, heteos, guergueseos, heveos y jebuseos les declararon la guerra, pero yo se los entregué. (Josué 24, 11)

  • Los dos reyes amorreos huyeron de sus tierras por el enjambre de avispas que lancé sobre ellos y no por la espada y arco de ustedes. (Josué 24, 12)

  • Que si no quieren servir a Yavé, digan hoy mismo a quiénes servirán, si a los dioses que sus padres sirvieron en Mesopotamia, o a los dioses de los amorreos que ocupaban el país en que ahora viven ustedes. Por mi parte, yo y los míos serviremos a Yavé.» (Josué 24, 15)

  • desalojó ante nosotros a todas la naciones y, en especial, a los amorreos que vivían en este país. Por eso, nosotros también serviremos a Yavé: él es nuestro Dios.» (Josué 24, 18)

  • Los amorreos no dejaron bajar a la llanura a los hijos de Dan, que permanecieron en los cerros. (Jueces 1, 34)

  • También los amorreos se mantuvieron en Har-Jerés, en Ayalón y en Selebín, pero cuando la tribu de José se sintió más fuerte, los obligó a pagar impuestos. (Jueces 1, 35)

  • El territorio de estos amorreos se extendía desde la subida de Acrabim y desde Sela, hacia arriba. (Jueces 1, 36)

  • Así, los israelitas habitaron en medio de los cananeos, heteos, amorreos, fereceos, jeveos y jebuseos; (Jueces 3, 5)

  • Zabulón, en cambio, ha despreciado la muerte; también Neftalí, que subió al campo de batalla. (Jueces 5, 18)

  • y les dije: Yo soy Yavé, su Dios. No teman a los dioses de los amorreos, en cuya tierra habitan. Pero ustedes no me hicieron caso.» (Jueces 6, 10)


“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina