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  • El sacerdote al que hayan ungido y consagrado para ser sacerdote en lugar de su padre, hará la expiación. Se vestirá con las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas, y hará el rito de expiación por el Santuario Sagrado, por la Tienda de las Citas y el altar. (Levítico 16, 32)

  • Guarden mis sábados y respeten mi Santuario: ¡yo soy Yavé! (Levítico 19, 30)

  • Yo mismo volveré mi rostro contra ese hombre y lo eliminaré de su pueblo. Pues al sacrificar su descendencia para Moloc, contaminó mi Santuario y profanó mi santo Nombre. (Levítico 20, 3)

  • Pero, debido a su defecto corporal, no irá hasta el velo ni se acercará al altar; así no profanará mi santuario, porque yo soy Yavé, que a ellos los santifico.» (Levítico 21, 23)

  • En cambio, el que venda una casa ubicada en una ciudad con murallas, tendrá un año para rescatarla a partir de su venta; su derecho de rescate no vale más que un tiempo. (Levítico 25, 29)

  • De no ser rescatada dentro del año, una casa ubicada en una ciudad con murallas quedará para siempre para el comprador y sus descendientes: no se la quitarán en el jubileo. (Levítico 25, 30)

  • Aun cuando no se rescate una casa ubicada en una ciudad de los levitas, lo vendido quedará libre en el jubileo; porque las casas de las ciudades de los levitas son su propiedad en medio de los hijos de Israel. (Levítico 25, 33)

  • Ustedes guardarán mis sábados y respetarán mi santuario: ¡yo soy Yavé! (Levítico 26, 2)

  • Para un hombre de veinte a sesenta años, el valor será de cincuenta siclos de plata, según el siclo del santuario. (Levítico 27, 3)

  • Toda tasación se hará con siclos del santuario: veinte óbolos por un siclo. (Levítico 27, 25)

  • Contando todos los varones de un mes para arriba, eran ocho mil seiscientos al servicio del santuario. (Números 3, 28)

  • El jefe de los levitas era Eleazar, hijo del sacerdote Aarón. Ejercía la supervisión de todos los que guardaban el Santuario. (Números 3, 32)


“O sábio elogia a mulher forte dizendo: os seu dedos manejaram o fuso. A roca é o alvo dos seus desejos. Fie, portanto, cada dia um pouco. Puxe fio a fio até a execução e, infalivelmente, você chegará ao fim. Mas não tenha pressa, pois senão você poderá misturar o fio com os nós e embaraçar tudo.” São Padre Pio de Pietrelcina