Fundar 124 Resultados para: frutos

  • Tu tierra regada da un jardín de granadas con abundancia de frutos exquisitos y de hierbas aromáticas. (Cantar 4, 13)

  • Soplen, vientos del norte y del desierto, soplen en mi huerto para que se expandan sus aromas, y así entre mi amado en su huerto y coma de sus exquisitos frutos. (Cantar 4, 16)

  • Las mandrágoras exhalan su fragancia. Mira a nuestras puertas esos frutos exquisitos, nuevos y añejos, que guardaba para ti, amado mío. (Cantar 7, 14)

  • Salomón tenía una viña en Baal-Amón, la confió a unos cuidadores, y cada uno le traía mil siclos de plata por sus frutos. (Cantar 8, 11)

  • Feliz la mujer sin hijos si ha permanecido pura, si no ha tenido alguna unión culpable; cuando sean juzgadas las almas, se verán sus frutos. (Sabiduría 3, 13)

  • Porque cualquier esfuerzo por el bien produce frutos admirables; el verdadero conocimiento es una raíz que nunca se seca. (Sabiduría 3, 15)

  • Sus ramas se quebrarán antes de crecer, sus frutos no servirán: ¡demasiado verdes para comerlos, sólo sirven para que los boten! (Sabiduría 4, 5)

  • Porque la Sabiduría es para los hombres un tesoro inagotable; los que la adquieren se hacen amigos de Dios, debido a los frutos de su educación. (Sabiduría 7, 14)

  • Y aún hasta ahora permanece un testigo de su perversidad: una tierra árida y siempre humeante, arbustos cuyos frutos no maduran, una columna de sal en recuerdo de la que no creyó. (Sabiduría 10, 7)

  • El temor del Señor es la plenitud de la sabiduría; te sacia con sus frutos, (Sirácides (Eclesiástico) 1, 16)

  • Comerían tus hojas y destruirían tus frutos, dejándote como un tronco seco. (Sirácides (Eclesiástico) 6, 3)

  • Que sea como un verdadero trabajo, igual como el del labrador o sembrador; cultívala y aguarda sus frutos excelentes. El cultivarla te acarreará preocupaciones, pero pronto gozarás de sus frutos. (Sirácides (Eclesiástico) 6, 19)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina