Fundar 2001 Resultados para: lista de hijos de Senaá

  • No vaciló en su fe, olvidando que su cuerpo ya no podía dar vida -tenía entonces unos cien años- y que su esposa Sara ya no podía tener hijos. (Carta a los Romanos 4, 19)

  • Todos aquellos a los que guía el Espíritu de Dios son hijos e hijas de Dios. (Carta a los Romanos 8, 14)

  • Entonces no vuelvan al miedo; ustedes no recibieron un espíritu de esclavos, sino el espíritu propio de los hijos, que nos permite gritar: ¡Abba!, o sea: ¡Papá! (Carta a los Romanos 8, 15)

  • El Espíritu asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios. (Carta a los Romanos 8, 16)

  • Siendo hijos, son también herederos; la herencia de Dios será nuestra y la compartiremos con Cristo. Y si hemos sufrido con él, estaremos con él también en la Gloria. (Carta a los Romanos 8, 17)

  • Algo entretiene la inquietud del universo, y es la esperanza de que los hijos e hijas de Dios se muestren como son. (Carta a los Romanos 8, 19)

  • porque el mundo creado también dejará de trabajar para que sea destruido, y compartirá la libertad y la gloria de los hijos de Dios. (Carta a los Romanos 8, 21)

  • Y también nosotros, aunque ya tengamos el Espíritu como un anticipo de lo que hemos de recibir, gemimos en nuestro interior mientras esperamos nuestros derechos de hijos y la redención de nuestro cuerpo. (Carta a los Romanos 8, 23)

  • como tampoco los descendientes de Abrahán eran todos hijos suyos. Pues le fue dicho: Los hijos de Isaac serán considerados tus descendientes. (Carta a los Romanos 9, 7)

  • O sea, que no basta ser hijo suyo según la carne para ser hijo de Dios; la verdadera descendencia de Abrahán son los hijos que le han nacido a raíz de la promesa de Dios. (Carta a los Romanos 9, 8)

  • Así como se les dijo: "Ustedes no son mi pueblo", serán llamados "hijos del Dios vivo". (Carta a los Romanos 9, 26)

  • Respecto a Israel, Isaías dice sin vacilar: Aunque los hijos de Israel fueran tan numerosos como la arena del mar, sólo un resto se salvará. (Carta a los Romanos 9, 27)


“Não abandone sua alma à tentação, diz o Espírito Santo, já que a alegria do coração é a vida da alma e uma fonte inexaurível de santidade.” São Padre Pio de Pietrelcina