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  • Por eso de este hombre únicamente, ya casi impotente, nacieron descendientes tan numerosos como las estrellas del cielo, e innumerables como los granos de arena de las orillas del mar. (Carta a los Hebreos 11, 12)

  • Pero no, aspiraban a una patria mejor, es decir, a la del cielo. Por eso Dios no se avergüenza de ellos ni de llamarse su Dios, pues él les preparó la ciudad. (Carta a los Hebreos 11, 16)

  • a la asamblea en fiesta de los primeros ciudadanos del cielo; a Dios, juez universal, al que rodean los espíritus de los justos que ya alcanzaron su perfección; (Carta a los Hebreos 12, 23)

  • Su voz conmovió entonces la tierra, pero ahora se nos da este aviso: Esta última vez haré temblar no sólo la tierra sino también el cielo. (Carta a los Hebreos 12, 26)

  • Otro punto muy importante, hermanos: no juren, ni por el cielo, ni por la tierra, ni de ninguna otra forma. Que su sí sea sí, y su no, no; de otro modo serían reprensibles. (Carta de Santiago 5, 12)

  • después oró de nuevo y el cielo dio lluvia y la tierra produjo frutos. (Carta de Santiago 5, 18)

  • Estaban preparando lo que mantiene a los ángeles en suspenso, y que ahora les ha sido anunciado por los evangelizadores de ustedes, al mismo tiempo que el Espíritu Santo les era enviado desde el cielo. Y les fue revelado que todo esto sería, no para ellos, sino para ustedes. (1º Carta de Pedro 1, 12)

  • El se ha ido al cielo y está a la derecha de Dios, después de someter a los ángeles, a las dominaciones y las potestades. (1º Carta de Pedro 3, 22)

  • Nosotros mismos escuchamos esa voz venida del cielo estando con él en el cerro santo. (2º Carta de Pedro 1, 18)

  • Estos quieren ignorar que al principio hubo un cielo, y una tierra que surgió del agua y se mantuvo sobre ella por la palabra de Dios. (2º Carta de Pedro 3, 5)

  • Del mismo modo ahora la palabra de Dios es la que conserva nuestro cielo y nuestra tierra, pero serán destruidos por el fuego el día del Juicio, cuando los impíos también sean destruidos. (2º Carta de Pedro 3, 7)

  • El que tenga oídos, oiga este mensaje del Espíritu a las Iglesias: «Al vencedor le daré un maná misterioso. Le daré también una piedra blanca con un nombre nuevo grabado en ella que sólo conoce el que lo recibe.» (Apocalipsis 2, 17)


“O Santo Rosário é a arma daqueles que querem vencer todas as batalhas.” São Padre Pio de Pietrelcina