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Te has levantado contra mí, he oído hablar de tu orgullo. Por eso, yo pondré mi anillo en tus narices, mi freno en tu boca, y voy a devolverte por el camino por el que has venido.» (2 Reyes 19, 28)
Por eso, así dice Yavé del rey de Asur: «No pondrá pie en esta ciudad, no lanzará flechas contra ella, no levantará escudo, ni la cercará con trincheras. Volverá por el camino que ha venido, (2 Reyes 19, 32)
Fue entonces el profeta Isaías donde el rey y le dijo: «¿Qué han dicho estos hombres, y de dónde han venido?» El rey respondió: «Han venido de un país lejano, Babilonia.» (2 Reyes 20, 14)
Los amonitas salieron a campaña y se ordenaron en batalla a la entrada de la ciudad, mientras que los reyes que habían venido estaban aparte en el campo. (1 Crónicas 19, 9)
Yo no daba crédito a lo que oía, hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos; y encuentro que no se me había contado ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría, pues tú superas todo lo que oí decir. (2 Crónicas 9, 6)
En el momento en que comenzaron las aclamaciones y las alabanzas, Yavé preparó una trampa en que cayeron los hijos de Amón, los de Moab y los del monte Seír que habían venido para atacar a Judá. (2 Crónicas 20, 22)
pues aunque el ejército de los arameos había venido con poca gente, Yavé entregó en sus manos a un ejército muy grande; porque habían abandonado a Yavé, el Dios de sus padres. De este modo los arameos hicieron justicia con Joás. (2 Crónicas 24, 24)
Y Amasías separó los destacamentos que le habían venido de Efraím, para que se volvieran a sus lugares. Ellos se enojaron mucho contra Judá y se volvieron a sus casas enfurecidos. (2 Crónicas 25, 10)
Porque los edomitas habían venido otra vez y habían derrotado a Judá, llevándose prisioneros. (2 Crónicas 28, 17)
Por eso, la ira de Yavé ha venido sobre Judá y Jerusalén, y él los ha convertido en objeto de espanto, terror y rechifla, como lo estamos viendo con nuestros ojos. (2 Crónicas 29, 8)
Toda la asamblea de Judá, los sacerdotes y los levitas, y también toda la asamblea que había venido de Israel y los forasteros venidos de la tierra de Israel, lo mismo que los que vivían en Judá, estaban muy alegres. (2 Crónicas 30, 25)
Nekó le mandó mensajeros para decirle: «¿Qué tengo yo que ver contigo, rey de Judá? No he venido hoy contra ti, sino contra otro con el cual estoy en guerra; y Dios me ha mandado que me apresure. Deja de oponerte a Dios, que está conmigo, no sea que él te destruya.» (2 Crónicas 35, 21)