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  • Y en el sueño, el Ángel de Dios me llamó: ‘¡Jacob!’. ‘Aquí estoy’, le respondí. (Génesis 31, 11)

  • Inmediatamente Jacob hizo montar en los camellos a sus hijos y a sus mujeres, (Génesis 31, 17)

  • Y Jacob engañó a Labán, el arameo, porque huyó sin decirle una palabra. (Génesis 31, 20)

  • Así escapó Jacob con todo lo que tenía, y apenas estuvo al otro lado del Éufrates, se dirigió hacia la montaña de Galaad. (Génesis 31, 21)

  • Al tercer día notificaron a Labán que Jacob había huido. (Génesis 31, 22)

  • Pero esa misma noche, Dios se apareció en sueños a Labán, el arameo, y le dijo: "Cuidado con entrometerte para nada en los asuntos de Jacob". (Génesis 31, 24)

  • Cuando Labán alcanzó a Jacob, este había instalado su campamento en la montaña. Labán, por su parte, acampó en la montaña de Galaad. (Génesis 31, 25)

  • Labán dijo entonces a Jacob: "¿Qué has hecho? ¡Me has engañado y te has llevado a mis hijas como prisioneras de guerra! (Génesis 31, 26)

  • Yo tengo poder suficiente para hacerles una mala jugada a todos ustedes. Sin embargo, ayer por la noche, el Dios de tu padre me dijo: ‘Cuidado con entrometerte para nada en los asuntos de Jacob’. (Génesis 31, 29)

  • "Yo estaba atemorizado, respondió Jacob a Labán, pensando que podías quitarme a tus hijas. (Génesis 31, 31)

  • Y en lo que respecta a tus dioses, si llegas a encontrarlos en poder de alguno de nosotros, ese no quedará con vida. Revisa bien, en presencia de nuestros hermanos, a ver si hay aquí algo que te pertenece, y llévatelo". Por supuesto, Jacob ignoraba que Raquel los había robado. (Génesis 31, 32)

  • Labán entró en la carpa de Jacob, en la de Lía, y en la de las dos esclavas, y no encontró nada. Al salir de la carpa de Lía, entró en la de Raquel. (Génesis 31, 33)


“Nunca vá se deitar sem antes examinar a sua consciência sobre o dia que passou. Enderece todos os seus pensamentos a Deus, consagre-lhe todo o seu ser e também todos os seus irmãos. Ofereça à glória de Deus o repouso que você vai iniciar e não esqueça do seu Anjo da Guarda que está sempre com você.” São Padre Pio de Pietrelcina