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  • La ciencia del médico afianza su prestigio y él se gana la admiración de los grandes. (Eclesiástico 38, 3)

  • El Señor dio a los hombres la ciencia, para ser glorificado por sus maravillas. (Eclesiástico 38, 6)

  • dirigirá rectamente su consejo y su ciencia y reflexionará sobre los secretos de Dios; (Eclesiástico 39, 7)

  • Una instrucción de sabiduría y de ciencia es la que dejó grabada en este libro Jesús, hijo de Sirá, hijo de Eleazar, de Jerusalén, que derramó como lluvia la sabiduría de su corazón. (Eclesiástico 50, 27)

  • Sobre él reposará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y de temor del Señor (Isaías 11, 2)

  • él será la seguridad de tus días. La sabiduría y la ciencia son la riqueza salvadora; el temor del Señor, ese es su tesoro. (Isaías 33, 6)

  • ¿Con quién se aconsejó para que le hiciera comprender, para que le enseñara el sendero del derecho, para que le enseñara la ciencia y le hiciera conocer el camino de la inteligencia? (Isaías 40, 14)

  • Yo hago fracasar los presagios de los charlatanes y hago delirar a los adivinos; hago retroceder a los sabios y cambio su ciencia en locura. (Isaías 44, 25)

  • Tú te fiabas de tu maldad, pensando: "Nadie me ve". Tu sabiduría y tu ciencia te hicieron perder la cabeza, mientras decías en tu corazón: "¡Yo, y nadie más que yo!". (Isaías 47, 10)

  • Después les daré pastores según mi corazón, que los apacentarán con ciencia y prudencia. (Jeremías 3, 15)

  • Otros más jóvenes han visto la luz y han habitado sobre la tierra, pero no han conocido el camino de la ciencia, (Baruc 3, 20)

  • Ni siquiera los hijos de Agar, que buscan la ciencia sobre la tierra, ni los mercaderes de Merrán y de Temán, inventores de fábulas y buscadores de inteligencia, han conocido el camino de la sabiduría, ni se han acordado de sus senderos. (Baruc 3, 23)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina