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  • Salomón reinó sobre todo Israel, en Jerusalén, durante cuarenta años. (II Crónicas 9, 30)

  • Luego se fue a descansar con sus padres, y lo sepultaron en la Ciudad de David, su padre. Su hijo Roboám reinó en lugar de él. (II Crónicas 9, 31)

  • Roboám llegó a Jerusalén y convocó a la casa de Judá y a Benjamín -ciento ochenta mil guerreros adiestrados- para ir a combatir contra Israel y recuperar el reino. (II Crónicas 11, 1)

  • Así fortalecieron el reino de Judá y durante tres años, consolidaron a Roboám, hijo de Salomón, ya que durante tres años se siguió el camino de David y Salomón. (II Crónicas 11, 17)

  • Pero cuando Roboám consolidó su reino y se hizo fuerte, abandonó la Ley del Señor, y con él todo Israel. (II Crónicas 12, 1)

  • El rey Roboám se reafirmó en Jerusalén y siguió reinando. Roboám tenía cuarenta y un años cuando comenzó a reinar, y reinó diecisiete años en Jerusalén, la ciudad que el Señor eligió entre todas las tribus de Israel para poner su Nombre en ella. Su madre se llamaba Naamá, la amonita. (II Crónicas 12, 13)

  • Roboám se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado en la Ciudad de David. Su hijo Abías reinó en lugar de él. (II Crónicas 12, 16)

  • y reinó tres años en Jerusalén. Su madre se llamaba Micaía, hija de Uriel, de Guibeá. Abías y Jeroboám se hicieron la guerra. (II Crónicas 13, 2)

  • ¿Acaso no saben que el Señor, el Dios de Israel, ha dado a David y a sus hijos el reino de Israel para siempre, por medio de una alianza de sal? (II Crónicas 13, 5)

  • Abías se fue a descansar con sus padres y lo sepultaron en la Ciudad de David. Su hijo Asá reinó en lugar de él. En tiempos de este el país gozó de paz durante diez años. (II Crónicas 13, 23)

  • Mandó suprimir de todas las ciudades de Judá los lugares altos y los altares de incienso; y el reino estuvo en paz bajo su reinado. (II Crónicas 14, 4)

  • En lugar de Asá reinó su hijo Josafat, el cual logró imponerse sobre Israel. (II Crónicas 17, 1)


“Mesmo quando perdemos a consciência deste mundo, quando parecemos já mortos, Deus nos dá ainda uma chance de entender o que é realmente o pecado, antes de nos julgar. E se entendemos corretamente, como podemos não nos arrepender?” São Padre Pio de Pietrelcina