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  • También contarán siete semanas, a partir del día en que entreguen la gavilla ofrecida con el gesto de presentación, o sea a partir del día siguiente al sábado. Las semanas deberán ser completas. (Levítico 23, 15)

  • Por eso tendrán que contar hasta el día siguiente al séptimo sábado: cincuenta días en total. Entonces ofrecerán al Señor una ofrenda de grano nuevo. (Levítico 23, 16)

  • Habla en estos términos a los israelitas: Cuando entren en la tierra que yo les doy, la tierra observará un sábado en honor del Señor. (Levítico 25, 2)

  • Pero el séptimo año, la tierra tendrá un sábado de descanso, un sábado en honor del Señor: no sembrarás tu campo ni podarás tu viña; (Levítico 25, 4)

  • Mientras los israelitas estaban en el desierto, se encontraron con un hombre que estaba juntando leña en sábado. (Números 15, 32)

  • El día sábado ofrecerán dos corderos de un año y sin defecto, con una oblación consistente en dos décimas partes de una medida de harina de la mejor calidad, amasada con aceite, y su correspondiente libación. (Números 28, 9)

  • Es el holocausto sabático, que se añadirá cada sábado al holocausto perpetuo y a su libación. (Números 28, 10)

  • Observa el día sábado para santificarlo, como el Señor, tu Dios, te lo ha ordenado. (Deuteronomio 5, 12)

  • Recuerda que fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor te hizo salir de allí con el poder de su mano y la fuerza de su brazo. Por eso el Señor, tu Dios, te manda celebrar el día sábado. (Deuteronomio 5, 15)

  • Él le preguntó: "¿Por qué vas a verlo hoy, si no es día de luna nueva ni sábado?". Pero ella le dijo: "No te preocupes". (II Reyes 4, 23)

  • Luego les impartió esta orden: "Van a hacer lo siguiente: Un tercio de ustedes, el que entra de servicio el día sábado y custodia la casa del rey, (II Reyes 11, 5)

  • Los dos cuerpos formados por los que dejan el servicio el día sábado, montarán guardia en la Casa del Señor, junto al rey. (II Reyes 11, 7)


“Não abandone sua alma à tentação, diz o Espírito Santo, já que a alegria do coração é a vida da alma e uma fonte inexaurível de santidade.” São Padre Pio de Pietrelcina