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El año en que el general en jefe enviado por Sargón, rey de Asiria, llegó a Asdod, la atacó y la tomó, (Isaías 20, 1)
Elám tomó la aljaba, Arám montó a caballo, Quir desenfundó el escudo. (Isaías 22, 6)
Ezequías tomó la carta de manos de los mensajeros y la leyó. Después subió a la Casa del Señor, la desplegó delante del Señor (Isaías 37, 14)
Él en efecto, cortó algún cedro, o tomó un roble y una encina que había dejado crecer entre los árboles del bosque, o plantó un abeto que luego la lluvia hizo crecer. (Isaías 44, 14)
El profeta Ananías tomó la barra que estaba sobre el cuello de Jeremías y la quebró. (Jeremías 28, 10)
Entonces todos los jefes enviaron a Iehudí, hijo de Natanías, hijo de Selemías, hijo de Cusí, para que dijera a Baruc: "Toma el libro que has leído en presencia del pueblo y ven". Baruc, hijo de Nerías, tomo consigo el rollo y se presentó ante ellos. (Jeremías 36, 14)
El rey envió a Iehudí para que tomara el rollo, y este lo tomó de la sala del secretario Elisamá. Iehudí lo leyó delante del rey y de todos los jefes que estaban de pie junto a él. (Jeremías 36, 21)
Entonces Jeremías tomó otro rollo y se lo entregó a Baruc, hijo de Nerías, el escriba. Este escribió en él, bajo el dictado de Jeremías, todas las palabras del rollo que Joaquím, rey de Judá, había quemado en el fuego. Y además, fueron añadidas muchas otras palabras como aquellas. (Jeremías 36, 32)
Ebed Mélec tomó consigo a tres hombres y entró en la casa del rey, en el vestuario; tomó de allí unos trapos y unos vestidos viejos, y se los hizo llegar a Jeremías con unas cuerdas, dentro del aljibe. (Jeremías 38, 11)
El comandante de la guardia tomó aparte a Jeremías y le dijo: "El Señor, tu Dios, anunció esta desgracia para este lugar, (Jeremías 40, 2)
El comandante de la guardia tomó asimismo las palanganas, los pebeteros, los aspersorios, las ollas, los candelabros, las fuentes y las bandejas: todos los objetos de oro y plata. (Jeremías 52, 19)
El Señor decidió arrasar la muralla de la hija de Sión: tomó sus medidas y no retiró su brazo hasta dejarla derruida; cubrió de luto el antemural y el muro, que se desmoronaron juntamente. (Lamentaciones 2, 8)