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Las vacas se fueron derecho por el camino de Bet Semes; iban mugiendo, siempre por el mismo sendero, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda. Y los príncipes de los filisteos las siguieron hasta la frontera de Bet Semes. (I Samuel 6, 12)
Pero el servidor le respondió: "En esta ciudad hay un hombre de Dios. Es un hombre muy respetado: todo lo que él dice sucede infaliblemente. Vamos allá; a lo mejor él nos indica el camino que debemos tomar". (I Samuel 9, 6)
El servidor volvió a tomar la palabra, y respondió a Saúl: "Mira, aquí tengo un cuarto de siclo de plata; se lo daré al hombre de Dios, y él nos indicará el camino". (I Samuel 9, 8)
En lo que a mí respecta, ¡lejos de mi pecar contra el Señor, dejando de rogar por ustedes! Yo les enseñaré el camino bueno y recto. (I Samuel 12, 23)
Así habla el Señor de los ejércitos: Voy a pedir cuenta a Amalec de lo que hizo a Israel, al cortarle el camino cuando este subía de Egipto. (I Samuel 15, 2)
Inmediatamente, los hombres de Israel y de Judá lanzaron el grito de guerra y persiguieron a los filisteos hasta la entrada de Gat y hasta las puertas de Ecrón. Muchos filisteos cayeron heridos de muerte por el camino de Dos Puertas, hasta Gat y Ecrón. (I Samuel 17, 52)
Jonatán, hijo de Saúl, se puso en camino y fue a verlo allí. Lo reconfortó en nombre de Dios, (I Samuel 23, 16)
Al llegar a los corrales de ovejas que están junto al camino, donde había una cueva, Saúl entró a hacer sus necesidades. En el fondo de la cueva, estaban sentados David y sus hombres. (I Samuel 24, 4)
Con estas palabras, David retuvo a sus hombres y no dejó que se abalanzaran sobre Saúl. Así Saúl abandonó la cueva y siguió su camino. (I Samuel 24, 8)
Cuando alguien encuentra a su enemigo, ¿lo deja seguir su camino tranquilamente? ¡Que el Señor te recompense por el bien que me has hecho hoy! (I Samuel 24, 20)
Saúl acampó junto al camino, en la colina de Jaquilá, que está frente a la estepa, y David estaba en el desierto. Al advertir que Saúl venía a perseguirlo en el desierto, (I Samuel 26, 3)
Entonces Saúl le dijo: "¡Bendito seas, David, hijo mío! Sí, tú harás grandes cosas y seguro que triunfarás". Luego David siguió su camino, y Saúl regresó a su casa. (I Samuel 26, 25)