Fundar 239 Resultados para: cuatro jinetes

  • Había cuatro hombres leprosos que se encontraban a la entrada de la Puerta y se decían unos a otros: "¿Por qué nos quedamos aquí a esperar la muerte? (II Reyes 7, 3)

  • Por eso el Señor no le dejó a Joacaz más que un ejército de cincuenta jinetes, diez carros de guerra y mil hombres de a pie. Porque el rey de Arám había hecho perecer a los demás, y los había reducido a polvo que se pisotea. (II Reyes 13, 7)

  • y estos son los hijos que le nacieron en Jerusalén: Simeá, Sobab, Natán y Salomón, los cuatro hijos de Betsabé, hija de Amiel. (I Crónicas 3, 5)

  • Los hijos de Rubén, los de Gad y la mitad de la tribu de Manasés, eran muy valientes, llevaban escudo y espada y manejaban el arco. Los que estaban adiestrados para la guerra formaban un ejército de cuarenta y cuatro mil setecientos sesenta hombres. (I Crónicas 5, 18)

  • Los descendientes de Isacar fueron Tolá, Puá, Iasub y Simrón: cuatro en total. (I Crónicas 7, 1)

  • Había porteros en los cuatro puntos cardinales: al este, al oeste, al norte y al sur. (I Crónicas 9, 24)

  • Los cuatro jefes de los porteros, en cambio, estaban de servicio permanentemente. Estos eran los levitas y tenían a su cargo las cámaras y los tesoros de la Casa de Dios. (I Crónicas 9, 26)

  • Ornán, que estaba trillando el trigo, al darse vuelta, había visto al Ángel, y los cuatro hijos que estaban con él se habían escondido. (I Crónicas 21, 20)

  • Los hijos de Simei fueron Iájat, Zizá, Ieús y Beriá. Estos fueron los cuatro hijos de Simei. (I Crónicas 23, 10)

  • Los descendientes de Quehat fueron Amram, Ishar, Hebrón y Uziel: cuatro en total. (I Crónicas 23, 12)

  • en la puerta oriental, había seis levitas por día; en la del norte, cuatro por día, en la del sur, cuatro por día; en los almacenes, dos y dos; (I Crónicas 26, 17)

  • en el Parbar, al oeste, había cuatro para la subida y dos para el Parbar. (I Crónicas 26, 18)


“Onde não há obediência, não há virtude. Onde não há virtude, não há bem, não há amor; e onde não há amor, não há Deus; e sem Deus não se chega ao Paraíso. Tudo isso é como uma escada: se faltar um degrau, caímos”. São Padre Pio de Pietrelcina