Fundar 51 Resultados para: llanura de Esdrelón

  • El ejército extranjero les salió al encuentro en la llanura, dejando algunos hombres emboscados en las montañas. Mientras el ejército avanzaba de frente, (I Macabeos 11, 68)

  • Luego Trifón envió tropas y caballería a Galilea y a la Gran Llanura para acabar con todos los partidarios de Jonatán. (I Macabeos 12, 49)

  • Entonces Simón acampó en Adidá, frente a la llanura. (I Macabeos 13, 13)

  • Se cultivaba la tierra en paz, el suelo producía sus cosechas y los árboles de la llanura sus frutos. (I Macabeos 14, 8)

  • y, al amanecer, se levantaron y avanzaron hacia la llanura. De pronto divisaron un numeroso ejército, compuesto de soldados y jinetes, que venía a su encuentro. Entre ellos se interponía un torrente. (I Macabeos 16, 5)

  • Tolomeo, hijo de Abubos, había sido designado comandante de la llanura de Jericó y poseía mucha plata y oro (I Macabeos 16, 11)

  • Se vio a la nube cubrir el campamento con su sombra y emerger la tierra seca de lo que antes era agua; apareció en el Mar Rojo un camino despejado y una verde llanura, entre las olas impetuosas: (Sabiduría 19, 7)

  • Conduciré a los ciegos por un camino que ignoran, los guiaré por senderos desconocidos; cambiaré las tinieblas en luz delante de ellos, y el suelo escarpado en una llanura. Estas son las cosas que haré, y no dejaré de hacerlas. (Isaías 42, 16)

  • ¡Aquí estoy contra ti, Moradora del valle, Roca de la llanura! -oráculo del Señor-. Ustedes dicen: "¿Quién bajará contra nosotros, quién entrará en nuestras guaridas?". (Jeremías 21, 13)

  • El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro, de treinta metros de alto y tres de ancho, y la erigió en la llanura de Dura, en la provincia de Babilonia. (Daniel 3, 1)

  • ¿Quién eres tú, gran montaña? ¡Ante Zorobabel te convertirás en una llanura! Él sacará la piedra maestra a los gritos de: "¡Qué hermosa, qué hermosa es!". (Zacarías 4, 7)

  • Aquel día, habrá un gran lamento en Jerusalén, como el lamento de Hadad Rimón, en la llanura de Meguido. (Zacarías 12, 11)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina