Fundar 85 Resultados para: seres

  • Hay cuatro seres, lo más pequeños de la tierra, que son sabios entre los sabios: (Proverbios 30, 24)

  • Como la sentencia contra las malas acciones no se ejecuta inmediatamente, el corazón de los seres humanos se llena de deseos de hacer el mal. (Eclesiastés 8, 11)

  • y con tu Sabiduría formaste al hombre, para que dominara a los seres que tú creaste, (Sabiduría 9, 2)

  • a esos padres asesinos de seres indefensos, decidiste hacerlos perecer por las manos de nuestros padres, (Sabiduría 12, 6)

  • Por eso, con toda justicia fueron castigados con seres semejantes y atormentados con una infinidad de bichos. (Sabiduría 16, 1)

  • seres terrestres se volvían acuáticos, los que nadan se desplazaban sobre la tierra; (Sabiduría 19, 19)

  • las llamas, por el contrario, no consumían la carne de los seres corruptibles que pasaban por ellas, ni tampoco derretían aquel alimento divino, parecido a la escarcha y tan fácil de disolverse. (Sabiduría 19, 21)

  • Levanten los ojos a lo alto y miren: ¿quién creó todos estos seres? El que hace salir a su ejército uno por uno y los llama a todos por su nombre: ¡su vigor es tan grande, tan firme su fuerza, que no falta ni uno solo! (Isaías 40, 26)

  • En medio del fuego, vi la figura de cuatro seres vivientes, que por su aspecto parecían hombres. (Ezequiel 1, 5)

  • Por debajo de sus alas, aparecían unas manos de hombre, sobre los cuatro costados; los cuatro seres tenían rostros y alas. (Ezequiel 1, 8)

  • Entre los seres vivientes había un fuego como de brasas incandescentes, como de antorchas, que se agitaba en medio de ellos; el fuego resplandecía, y de él salían rayos. (Ezequiel 1, 13)

  • Los seres vivientes iban y venían, y parecían relámpagos. (Ezequiel 1, 14)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina