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No rapéis en redondo vuestra cabellera, ni cortes los bordes de tu barba. (Levítico 19, 27)
El sumo sacerdote, superior a sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el óleo de la unción y que recibió la investidura para vestir los ornamentos, no llevará desgreñada su cabellera ni rasgará sus vestidos, (Levítico 21, 10)
Entonces confesarán su iniquidad y la iniquidad de sus padres, en la rebeldía con que se rebelaron contra mí; y aun más, porque se enfrentaron conmigo. (Levítico 26, 40)
En todos los días de su voto de nazireato no pasará navaja por su cabeza: hasta cumplirse los días por los que se consagró a Yahveh, será sagrado y se dejará crecer la cabellera. (Números 6, 5)
Si alguien muere de repente junto a él y mancha así su cabellera de nazir, se rapará la cabeza el día de su purificación, se la rapará el día séptimo. (Números 6, 9)
se consagrará a Yahveh por todo el tiempo de su nazireato y ofrecerá un cordero de un año como sacrificio de reparación. Los días anteriores son nulos, por haberse manchado su cabellera. (Números 6, 12)
Entonces el nazir se rapará su cabellera de nazir, a la entrada de la Tienda del Encuentro; tomara la cabellera de su nazireato y la echará al fuego que arde debajo del sacrificio de comunión. (Números 6, 18)
El sacerdote tomará un brazuelo, ya cocido, del carnero, un pan ázimo del canastillo y una torta sin levadura, y lo pondrá todo en manos del nazir, una vez que se haya rapado su cabellera de nazir. (Números 6, 19)
No os rebeléis contra Yahveh, ni temáis a la gente del país, porque son pan comido. Se ha retirado de ellos su sombra, y en cambio Yahveh está con nosotros. No tengáis miedo.» (Números 14, 9)
Yahveh es tardo a la cólera y rico en bondad, tolera iniquidad y rebeldía; aunque nada deja sin castigo, castigando la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera y cuarta generación." (Números 14, 18)
Entonces dijo Yahveh a Moisés: «Vuelve a poner la rama de Aarón delante del Testimonio, para guardarla como señal para los rebeldes: acabará con las murmuraciones, que no llegarán ya hasta mí, y así no morirán.» (Números 17, 25)
Convocaron Moisés y Aarón la asamblea ante la peña y él les dijo: «Escuchadme, rebeldes. ¿Haremos brotar de esta peña agua para vosotros?» (Números 20, 10)