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  • Pues en mí se han clavado tus saetas, ha caído tu mano sobre mí; (Salmos 38, 3)

  • «Cosa de infierno ha caído sobre él, ahora que se ha acostado, ya no ha de levantarse.» (Salmos 41, 9)

  • Ven, pues, ahora a librarnos de sus manos, que muchos de entre nosotros han caído ya; (I Macabeos 5, 12)

  • Esta es la causa por la que nuestros conciudadanos se nos muestran hostiles. Han matado a cuantos de nosotros han caído en sus manos y nos han arrebatado nuestras haciendas. (I Macabeos 6, 24)

  • y su ejército, al verle caído, arrojó las armas y se dio a la fuga. (I Macabeos 7, 44)

  • Cuando supo Demetrio que Nicanor y su ejército habían caído en la guerra, envió a la tierra de Judá, en una nueva expedición, a Báquides y Alcimo con el ala derecha de su ejército. (I Macabeos 9, 1)

  • «¡Cómo ha caído el héroe que salvaba a Israel!» (I Macabeos 9, 21)

  • Se reunieron, pues, para reconstruir la ciudad, pues había caído un trecho de la muralla que daba al torrente por la parte de levante; restauró también el barrio llamado Cafenatá. (I Macabeos 12, 37)

  • Ya el año 169, en el reinado de Demetrio, nosotros, los judíos, os escribimos así: «En lo más grave de la tribulación que ha caído sobre nosotros en estos años, desde que Jasón y sus partidarios traicionaron la tierra santa y el reino, (II Macabeos 1, 7)

  • El que poco antes pensaba dominar con su altivez de superhombre las olas del mar, y se imaginaba pesar en una balanza las cimas de las montañas, caído por tierra, era luego transportado en una litera, mostrando a todos de forma manifiesta el poder de Dios, (II Macabeos 9, 8)

  • Como sus dolores de ninguna forma se calmaban, pues había caído sobre él el justo juicio de Dios, desesperado de su estado, escribió a los judíos la carta copiada a continuación, en forma de súplica, con el siguiente contenido: (II Macabeos 9, 18)

  • Al día siguiente, fueron en busca de Judas (cuando se hacía ya necesario), para recoger los cadáveres de los que habían caído y depositarlos con sus parientes en los sepulcros de sus padres. (II Macabeos 12, 39)


“Submeter-se não significa ser escravo, mas ser livre para receber santos conselhos.” São Padre Pio de Pietrelcina